
STAFF/Sebastián López Mendoza-@sebaslmm
Jóvenes estudiantes universitarios salieron a las calles del Centro Histórico de Morelia este lunes 3 de noviembre para exigir justicia y claridad por el asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, ocurrido el pasado sábado 1 de noviembre.

El llamado surgió tras la marcha realizada el domingo 2 de noviembre en la capital michoacana, donde colectivos y ciudadanos exigieron un alto a la impunidad y justicia por el crimen del edil. Durante esa movilización, un grupo de jóvenes irrumpió en Palacio de Gobierno, donde causaron destrozos en distintas áreas, rompieron ventanas, dañaron la puerta principal y provocaron incendios menores. Además, ocho personas (cinco hombres y tres mujeres) fueron detenidas por su presunta participación en los hechos.

La marcha inició en la Plaza Morelos, también conocida como El Caballito, y avanzó sobre la Avenida Madero hasta llegar a las afueras del Congreso del Estado y posteriormente a Palacio de Gobierno, donde se registraron momentos de fricción entre los protestantes y los elementos policiales.
Durante el recorrido, los asistentes portaron pancartas con mensajes como “¿Miedo? Solo al silencio”, “Amo a mi país, me avergüenza mi gobierno” y “Matar a un presidente no mata la esperanza de un pueblo”. También corearon consignas como “¡Justicia para Carlos Manzo!”, “¡Fuera Bedolla!”, y “¡Narcogobierno!”, en rechazo a la violencia y a los asesinatos de activistas en Michoacán.
Al llegar al Congreso del Estado, algunos de los jóvenes inconformes tomaron la palabra frente al contingente, afirmando que no pueden continuar sus actividades académicas “como si la realidad no nos estuviera arrebatando nuestra seguridad, el presente y el porvenir”.
“La comunidad estudiantil se une en un acto de protesta pacífica y legítima para exigir acciones inmediatas, no discursos vacíos; estrategias reales de seguridad, no anuncios oficiales que nunca se cumplen; investigación, esclarecimiento y castigo a los responsables materiales y políticos de estos crímenes”, expresó uno de los voceros.
Después del discurso, los participantes entonaron el Himno Nacional Mexicano frente al Congreso y poco después comenzaron a gritar consignas llamando a dirigirse también al Palacio de Gobierno. El contingente se movió hacia ese punto, donde se agruparon en medio círculo y continuaron con las consignas.
Momentos después, un grupo de manifestantes retiró de forma violenta las vallas metálicas colocadas frente a Palacio de Gobierno y lanzó objetos contra las ventanas, rompiendo varios vidrios y golpeando la puerta principal. Los policías respondieron con gases lacrimógenos para dispersarlos, aunque los jóvenes se reagruparon y continuaron los actos vandálicos, lo que provocó nuevos enfrentamientos y una segunda dispersión.
Posteriormente, el grupo se dirigió nuevamente hacia el Congreso del Estado, donde continuaron lanzando objetos contra las ventanas, provocando daños en el inmueble. Después intentaron abrir la puerta principal, por lo que minutos más tarde los granaderos respondieron lanzando nuevamente gases lacrimógenos para dispersar a los protestantes.
Ante los hechos violentos registrados, varios ciudadanos expresaron su molestia y preocupación por los daños ocasionados al patrimonio histórico y por el ambiente de tensión vivido en el Centro Histórico, al tiempo que exigieron respeto a los espacios públicos y al patrimonio común.
“Que vengan a hacer lo que quieran, pero respeten los inmuebles”, exclamó un hombre a bordo de una motocicleta que se acercó a los jóvenes mientras realizaban destrozos al edificio del Congreso del Estado.
“¡Mis impuestos pagan eso!”, gritó uno de los marchistas en respuesta a los reclamos de ciudadanos que se encontraban cerca del edificio legislativo.

Ante la misma situación, varios negocios y comercios del Centro Histórico decidieron cerrar parcial o totalmente sus cortinas ante la violencia registrada.
“Nos afecta a todos los comercios”, expresó una comerciante al señalar que este tipo de manifestaciones repercuten directamente en las ventas.

Tras los enfrentamientos, tanto los protestantes como los policías se mantuvieron en el lugar, vigilando y replegándose en distintos puntos, mientras el ambiente permanecía inestable en el Centro Histórico de Morelia.
