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Recientemente, ataques israelíes en Gaza provocaron la muerte de al menos 52 personas, muchas de ellas mientras hacían fila para recibir ayuda humanitaria.
La mayoría de las víctimas se encontraba en puntos de distribución operados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una organización respaldada por Israel y Estados Unidos. El 12 de junio, un ataque aéreo en el sur de Gaza impactó una de estas filas, matando a 26 personas que esperaban recibir alimentos y agua. Ese mismo día, en diferentes zonas del enclave, otras 26 personas también perdieron la vida por bombardeos y ataques con drones, según cifras oficiales palestinas.
El 11 de junio también se reportaron ataques en un punto de asistencia en Rafah, donde cinco trabajadores humanitarios murieron. Un día después, un autobús con personal de la GHF fue emboscado; ocho empleados palestinos fueron asesinados. Aunque Israel responsabilizó a Hamas por este ataque, el grupo no ha emitido ninguna declaración.
Organizaciones internacionales han condenado los hechos y acusado a Israel de incumplir el derecho humanitario. La ONU advirtió que los centros de asistencia humanitaria se han convertido en zonas de muerte, y diversas ONG han solicitado una revisión urgente del modelo de distribución de ayuda, que obliga a miles de personas a concentrarse en zonas militarizadas.
Además, el 12 de junio se registró un corte total de telecomunicaciones en Gaza, lo que dejó incomunicada a la población y dificultó la labor de ambulancias y rescatistas.
Desde que comenzaron las operaciones de GHF el 27 de mayo, más de 245 personas han muerto en las inmediaciones de los puntos de distribución y más de 2,000 han resultado heridas. Las jornadas del 11 y 12 de junio han sido las más letales hasta ahora en ese contexto.
