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Notas

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.
Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

El frío calaba hasta los huesos. La noche era oscura y las calles lucían solas. Aunque la ciudad era bella, el frío del invierno le daba un toque de desolación. Extrañaba el calor de casa. Pero sobre todo, extrañaba el cuerpo de su ex pareja. Sacó una pequeña libreta y leyó la primera frase que había escrito desde que se separaron:

“No hay orgasmo que valga la ansiedad y desesperación de la simple permanencia”

Suspiró y continuó su camino. Le hubiera venido bien esa noche estar en cama junto a ella. Arropados, compartiendo el calor y la humedad. Pero, eso ya no le pertenecía. Ella estaba con otra persona. Y él había terminado fuera de su vida.

A veces sentía que aún necesitaba su sexo. Pero recordar los últimos meses de la relación, viviendo en la infidelidad lo devolvía de golpe a la realidad. Durante ese tiempo, trató de ignorar el asunto, aunque lo conocía perfectamente. Incluso sabía quién era el amante. Pero prefirió dejarlo de lado, hasta que no soportó más. Nunca supo si realmente la quiso o no. Pero era adicto a su cuerpo. A la forma como movía la cadera, a sus gemidos y a la forma como clavaba las uñas en su espalada cada vez que la penetraba.

Caminó dos cuadras y el bar lo invitó a pasar. Se sentó en una mesa del fondo y pidió un mezcal. Lo bebió a sorbos. Sacó una vez más la libreta.

“El mezcal es más cálido, honesto y delicioso que tus besos”.

Recordó el beso que ella decía haber inventado solo para él. Ahora seguramente lo compartía con alguien más. Pidió otro mezcal y la cuenta. No le interesaba embriagarse por ella, tampoco sentir tristezas, llorar, ni perderse en la bebida. Esos rituales sencillamente no le venían.

Pidió un taxi y regresó a su departamento. Abrió la puerta y esbozó una sonrisa al recordar que al menos no había perdido un solo centavo en el proceso de separación y se había quedado con el departamento. Se dio un baño y se metió en la cama. Se masturbó viendo una película porno donde la protagonista se parecía a su ex. El frío arreció en la calle. Desempacó otro cobertor, por desgracia, aún tenía el aroma de ella. Tuvo que escoger entre el frío y el recuerdo. Con el recuerdo podría seguir viviendo, pero el frío era algo complicado. Sin embargo, pudo dormir perfectamente.

Al siguiente día todo fue normal. Abrió la libreta y escribió una nueva frase.

“Tu aroma y tu ausencia conviven en mi cotidianidad”.

Era la frase número cincuenta en solo tres días.

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