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Este lunes 15 de abril en ceremonia oficial con protocolo de bombo y platillo el coronel Juan Antonio Aranda Flores fue nombrado como nuevo Coordinador de Agrupamientos de la Guardia Civil de Michoacán de parte del titular de la dependencia, el general José Alfredo Ortega Reyes.
Así lo informó la Secretaria de Seguridad Pública (SSP) que expuso los méritos de Aranda Flores para ser el nuevo jefe policiaco en esa área, al referir que cuenta con al menos 42 años de experiencia en operaciones de alto impacto realizadas en los estados de Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero, Nuevo León, Chihuahua, Durango, Guanajuato y Michoacán.
Además el coronel Aranda cuenta con un doctorado en Alta Gerencia y Maestría en Administración Pública y Gobierno, y sustituye al general Juan Manuel Molina Rubio “para dar continuidad a la estrategia de seguridad en la entidad mediante 12 agrupamientos, tales como el de Restablecimiento del Orden Público (AROP), Turístico, Equinos y Caninos, Lacustre, entre otros”, refirió la SSP Michoacán.
Sin embargo lo que la SSP Michoacán omitió resaltar al mencionar la trayectoria de su nueva contratación, que el coronel Juan Antonio Aranda Torres era el comandante al mando del 27 batallón de Iguala, aquella noche del 26 de septiembre del 2014 donde desaparecieron 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Según las diversas investigaciones del caso, esa noche, el ahora nuevo mando policial de Michoacán estuvo presente en el informe de labores y la fiesta de la directora del DIF municipal, María de los Ángeles Pineda Villa, esposa del alcalde José Luis Abarca, y, según versión declarada del general Salvador Cienfuegos Zepeda, titular de Sedena en ese entonces, a la comisión legislativa que investigaba la desaparición de 43 alumnos de Ayotzinapa, él no vio nada en el evento; incluso se fue a su cuartel al terminar el festejo y aseguró que no pasó nada.
En la trayectoria dl coronel Aranda Torres se refiere que asumió el mando del 27 batallón de infantería de Iguala el 5 de octubre de 2011. Llegó allí después de servir en Nuevo Laredo, Tamaulipas, una zona en la que el narcotráfico campea, y de estar al frente del octavo batallón de fuerzas especiales en Guadalajara.
Ya estando en Iguala se afirma que entabló una magnífica relación con José Luis Abarca de las cuales hay algunas fotos en eventos oficiales. Por ejemplo juntos encabezaron diversos actos cívicos. Sin embargo, a pesar de su experiencia, el militar pareció no darse cuenta de la enorme cantidad de fosas clandestinas que se cavaron en su zona de influencia, ni del intenso trasiego de goma de opio que tiene en esa ciudad un punto central de distribución.
El coronel Aranda también fue director de la Prisión Militar del Campo Militar 1-A donde salió con varios señalamientos de permitir irregularidades al interior del confinamiento.