STAFF/ Elly Castillo – @ellycastillo
Lo llamaremos don José de cariño, porque no quisó brindar su nombre, pero sí quiso compartir su testimonio, el de un hombre de 84 años de edad que todos los días sale a las calles de Morelia con una cajita de cartón llena de dulces sencillos (paletas y caramelos) y su producto más vendido: semillas de girasol que él mismo empaqueta tras comprar a granel.
A don José lo encontramos a bordo de un camión ruta Alberca, dirigiéndose rumbo a la zona del bulevar García de León, donde suele caminar diariamente para vender su producto. Vive en salida Guadalajara, es la única referencia que da, al tiempo que cuenta que su trabajo es para mantener a su familia: su esposa de similar edad a la de él, y sus dos hijos, quienes padecen una enfermedad y no pueden valerse por sí mismos cuenta el anciano, quien sin embargo muestra un semblante alegre, aunque un poco pesimista.
Fue así que empezamos a charlar: ”La juventud está mal, anda muy mal!” pregonaba en voz alta don José, y al preguntarle la razón de dicho sentir responde: “están muy violentos los jóvenes de hoy, no respetan, y yo respeto a todo mundo y por eso todo mundo me respeta”, comparte el adulto mayor, que porta sombrero y dice ser nacido en Guanajuato, campesino de nacimiento, pero con “muchos”años viviendo ya en Morelia.
“Me gusta Morelia, ta’muy bonito” dice. Sin embargo el optimismo de don José ha menguado en los últimos días, el alza de precios -inflación- ya le alcanzó a él, pues con preocupación cuenta que el kilo de semillas se lo subieron de $120 a $150 y ahora debe ver cómo hacerle para que rinda más y siga generando ganancia ya que todos los días debe llevar al menos $150 pesos diarios a su casa pues él es el único sostén de su familia.
“Se han puesto un poco difíciles las cosas, tengo que ver cómo sacar el dinero, hacía 15 bolsitas para que me diera ganancia, y ahora no sé si poner menos (semillas) a las bolsitas o subirles el precio (que oferta en 12 pesos), no sé pero Dios dirá…!”, cuenta con un tono de esperanza de que sorteará está dificultad.
“¡Todavía me siento con fuerza para trabajar!” Sentencia antes de despedirnos para seguir cada quien con su jornada laboral y sacar para el pan nuestro de cada día en épocas de crisis.