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JournalRebel…Un mundo de fronteras artificiales.

Qué importa una niña y su padre ahogándose en un río si su piel no es blanca y su nacionalidad no es europea. Qué importa que crucen a territorios que antes eran suyos, si para quienes se los quitaron son amenazas para sus cómodas vidas, nunca personas.

By: Itzia Ramos

ITZIA

Solemos asimilar lo que no podemos cambiar y seguir con nuestra vida, sin preguntarnos el por qué. Simplemente observamos y aprendemos.

Así tengo muchas memorias creciendo. Tenía 3 años cuando Felipe Calderón declaró la guerra contra el narco y los carteles, así que crecí oyendo, observando, conviviendo con una violencia que nunca terminé de entender. La gente se iba y yo no sabía por qué. Se sentía como si viera una película en la que las personas a mi alrededor estuvieran completamente inmersas, todas excepto yo. El concepto de la muerte era especialmente difícil de entender cuando cada día decenas morían, se anunciaba en la cotidianeidad bajo la premisa de que no había nada qué hacer más que observar. Me tomó años, casi hasta que entré a la preparatoria, en verdad entender que esto no pasaba en todo el mundo, y que aquí nadie está a salvo.

Todas estas memorias estaban enterradas en lo más profundo de mi mente, donde probablemente no las volvería a ver. Sin embargo, leer “The line becomes a river» (La línea se convierte en río) de Francisco Cantú se sintió como si las fuera volviendo a vivir, una por una. Cantú narra una historia completamente personal: como ex-agente de la frontera (la migra), escribe de su vida desde 2006 hasta 2015. Basándose en otros libros y estudios, le da contexto a personas que tal vez no lo tuvieran sobre las razones que propician la alta migración entre estos dos países, y te cuenta de las personas que se encontró en el desierto, vivas o muertas. Es de nacionalidad estadounidense con ascendencia mexicana, por lo que su español se entrelaza en frases del libro: aunque está escrito en inglés, las expresiones intraducibles no las traduce.

Este libro fue para mí tremendamente personal y jamás he tenido una experiencia de primera mano con la migración que el autor narra, sólo lo que mi alrededor provee… no me imagino cómo será para alguien que sí la ha tenido. Los capítulos sobre los feminicidios de Juárez, la guerra contra el narco, los 43 y el tema constante, los efectos que la violencia continua tienen sobre las personas (la sufran o la observen) fueron casi irreales, verlos en papel y en una novela de la librería fue toda una experiencia.

 

Si algo te dejan estas historias es que las personas no migran “porque su país les aburrió”. No pasan días en el desierto por flojera a los trámites para la ciudadanía, no esperan días en las fronteras por querer cometer crímenes. Recorren miles de kilómetros escapando de la violencia, del hambre y cruzan ríos como la única opción para que su familia sobreviva. Dejan todo atrás, sus tradiciones, su idioma, sus vidas por la esperanza de que las cosas se puedan poner mejor. Y criticar su decisión en una posición en la que tu vida no ha estado en la línea es simplemente inhumano e ignorante.

En vez de discutir lo que hace o no a una persona digna para vivir en un terreno, deberíamos comenzar a pensar si es en verdad necesario. ¿Por qué la mera existencia de alguien es un acto ilegal? ¿Por qué alguien puede hacer lo mejor por su país, ser la persona más honesta y patriótica y aún así ser un criminal? ¿Por qué alguien decidiría arbitrariamente quién vale la pena para transitar y quién no?

En un mundo de fronteras artificiales, los muros ya sólo tienen puertas de adorno, ya no marcan un inicio sino un final. Y en un país construido por inmigrantes, con un presidente nieto de inmigrantes, las oportunidades se están cerrando: no entran las mejores personas, entran los mejores inversores. Qué importa una niña y su padre ahogándose en un río si su piel no es blanca y su nacionalidad no es europea. Qué importa que crucen a territorios que antes eran suyos, si para quienes se los quitaron son amenazas para sus cómodas vidas, nunca personas.

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

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