STAFF/Alejandro Amado-@Letravierta
En medio de aplausos de funcionarios de toda índole, que dicho sea de paso abandonaron sus labores para abarrotar las gradas y el Pleno del Congreso, así es como fue recibido el gobernador del estado, Silvano Aureoles Conejo, al arribar al Palacio Legislativo para entregar su Tercer Informe de Gobierno.
Ya habían pasado los posicionamientos de las siete fuerzas políticas representadas en el Congreso del estado, pero el gobernador no escuchó a ningún orador: se perdió las porras al presidente de la República electo y los reclamos, en mayor o menor medida, por la falta de resultados de su gobierno. No escuchó la defensa de sus acciones por parte de su bancada que pasó de segunda a tercera fuerza tras el proceso electoral, que tuvo su punto más álgido cuando le espetó a la bancada guinda que de nada sirven las porras a López Obrador si no se tiene una verdadera voluntad de cambiar las cosas.
Tampoco pudo oír a Zenaida Salvador Brígido, oradora por parte de Morena, quien le pidió bajarse de las aeronaves y “hacer camino al andar”, así como evitar gastos superfluos como los finos trajes que viste el titular del Ejecutivo. El orador del Partido del Trabajo, Baltazar Gaona, hijo del cacique de Tarímbaro, incluso cambio el “presente” por el “ausente” a la hora de nombrar al mandatario quien no se apersonó en el Legislativo hasta que le tocó el turno de hablar.
Lo primero que hizo Aureoles Conejo al introducirse al Pleno fue abrazar al líder de la bancada de su partido, Adrián López Solís, luego vinieron varios minutos de saludos a los que estaban en el Pleno. Fue ese momento el que los diputados de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) aprovecharon para ponerse playeras con la leyenda «Nos faltan 43», luego vino el conteo para conmemorar los cuatro años de la desaparición forzada de los estudiantes normalistas. Afuera del Pleno esperaba la banda de guerra de la XXI Zona Militar que minutos después pasaría a tocar.
Afuera del Palacio Legislativo un blindaje excesivo con más de 900 uniformados y la otra manifestación por los 43 normalistas, la que marchó desde Xangari y en la que sí participan estudiantes y no legisladores, fue cercada en la esquina de Madero e Ignacio Zaragoza. Afuera de Palacio de Gobierno un toldo protegía
Luego vino el discurso que hemos venido escuchando sin descanso en lo que va del gobierno: que Michoacán ya no es el mismo que antes de 2015, que «se devolvió el rumbo al estado y se reestableció el orden y la gobernabilidad», afirmó el mandatario estatal, quién afirmó también haber retomado la rectoría de la educación y que se ha avanzado en Salud. Ausentes de las manifestaciones por el Informe estuvieron los sindicatos de Educación y de Salud quienes han venido exigiendo falta de pago de bonos y formalización laboral.
Saludo especialmente la presencia de los exgobernadores, diputados y senadores, así como presidentes municipales y delegados federales, las Fuerzas Armadas, las corporaciones policiacas y de procuración de Justicia por su invaluable apoyo, dijo, en la pacificación del estado. También hubo saludos especiales al arzobispo, al líder la comunidad evangélica y a los integrantes del Concejo Mayor de Cherán.
Aunque en un inicio habló de un ejercicio de autocrítica, su discurso estuvo plagado de cifras alegres en todos los rubros, sólo algunos reconocimientos cada cuanto de que aún son insuficientes los esfuerzos.
Casi una hora al micrófono se aventó el gobernador, que con las casi dos horas de posicionamientos previos y la respuesta de 10 minutos del presidente de la Mesa Directiva, el panista Antonio Salas Valencia, quien aseguró que se acabó el tiempo en el que el informe de Gobierno era un formato donde se asistía a un lucimiento personal; dijo que esta práctica es ya inviable aunque lo que pudimos ver y escuchar quienes estuvimos en Palacio Legislativo, fue justamente “El día del Gobernador”.
Sólo la toma de protesta de su hermano, Antonio García Conejo, hace casi un año, llevó más gente al Palacio Legislativo donde el personal de Protocolo de ese recinto es prácticamente borrado por el del Poder Ejecutivo cada que el gobernador asiste.
Casi una hora le tomó Aureoles Conejo abandonar el Congreso del estado entre saludos, peticiones, selfies, todo en un entorno controlado. Varias camionetas último modelo esperan al mandatario que aborda una Gran Cherokee blanca en la que termina su informe, con su sequito de seguridad al pendiente de cualquier inconformidad, misma que no llegó pues el gobernador estaba rodeado de amigos.
Lejos, tras las vallas, algunos ciudadanos esperaban verlo, pero no son funcionarios ni amigos de funcionarios, por lo que el saludo del gobernador no les alcanza. Para ellos está prohibido el paso, como para los estudiantes que salieron a las calles a recordar a los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Así los contrastes del día del Informe de Gobierno, con vestidos de gala y trajes al interior del Congreso, con sombreros de palma y jergas para lavar el coche detrás de las vallas. “¡Felicidades, señor gobernador!”, le gritan todavía cuando se despide algunas de sus seguidoras, con traje de gala, de quién sabe cuál dependencia, echando por la borda cualquier afirmación de que este día, ya no es “El día del Gobernador”.