STAFF / @MoreMoreMor3 Envíada
El ambiente lo ameritaba, un héroe se fue del pueblo, así llaman los yuracuatenses a Enrique Hernández, quien dio su vida para defender a los suyos, esa vida que fue terminada el pasado jueves al término de un mitin en pleno centro del municipio, cuando un sujeto encapuchado le disparó por la espalda, destrozándole el cráneo.
La plaza principal lucía en una parte completamente abarrotada. Camisas de Morena con el rostro del candidato a la alcaldía, sombreros, de esos típicos que usaba Enrique, se podían ver entre los presentes. Algunos sollozando, unos con la mirada hacia abajo, otros más aún en shock de lo sucedido, mientras que otros a lo lejos, cruzando, en la Presidencia Municipal, veían a lo lejos, escuchando atentos.
El sol se encontraba en su esplendor, mientras que habitantes y familiares tomaban el micrófono para hablar del líder de autodefensas: «Si él estuviera vivo, él nos tranquilizaría en este momento», son las palabras de algunos, tratando de confortarse unos con otros.
«Estamos muy dolidos, pero Enrique, como los demás compañeros, seguirá viviendo con nosotros», expresó una señora quien fue recibida por aplausos tras sus palabras.
Mientras que un joven conmovido hasta las lágrimas recordó algunas palabras de Hernández Salcedo, «¿Me dicen loco a mí?, ja! Díganle locos a todos los que me siguen!», ello después de levantarse en armas en contra del crimen organizado en Yurécuaro.
Sus discursos no eran ensayados, era algo que ya traía en la sangre, explica el jóven que Enrique «no era buen orador… era de corazón» lo que siempre exclamaba a los habitantes.
Por su parte, la pareja del también candidato a la alcaldía de Yurécuaro, Noria Guadalupe, con total entereza aseguró, «Yo quería un esposo, no el héroe que es hoy», mientras narró que ella en varias ocasiones le externó a Enrique dejar Yurécuaro, pero él nunca quiso dejar el pueblo que lo vio nacer, crecer y finalmente morir.
El sentimiento entre los que simpatizaban con el líder de las autodefensas es el mismo, sin él temen lo que pueda ocurrir en el pueblo, «De aquí en adelante no sabemos qué es lo que va a pasar».
De camino al panteón municipal, los habitantes en cada esquina se daban cita con flores y aplausos para despedir a lo lejos a Enrique, mientras que otros tantos servían en vasos agua de jamaica, esperando a quienes acompañaban el cuerpo para entregarles y darles botellas de agua, incluso también a la prensa.
Ya en el camposanto, después de algunos rezos, el féretro fue recibido por lluvias de pétalos de rosas, aplauso y gritos que se escuchaban a lo lejos y cerca, «¡Enrique!», «¡Eres un héroe!», además de cantar incluso las porras y canciones de campaña de Morena cuando se lanzó como candidato.
Tras ser sepultado, el sol que tanto azotaba a Yurécuaro, por fin cedió un poco. El viento era fresco, las nubes poco a poco llegaban para anunciar una llovizna, aunque nunca llegó.
Justo dos días antes de que fuera asesinado, Valor Por Michoacán reveló una conversación que sostuvo con Hernández Salcedo, el cual expresó que, desde un inicio él sabía que no lo iban a llegar a la alcaldía en estas elecciones. Justo dos días de haber dado dicha declaración fue asesinado por la espalda.
Mientras que en la plaza principal donde se escuchaban los lamentos de los familiares, amigos y seguidores del líder de autodefensas, ya lucía normal, continuando con su vida cotidiana, pero esta vez marcada por un asesinato más, el que sus habitantes llaman a Enrique Hernández, como el héroe de Yurécuaro.