STAFF/César Hernández-@CesarHdzNoti
“Este güey se robó unas bolsas de un local”, decía una persona mientras llevaba del brazo a un joven, antes de ingresar a la Plaza Capuchinas, en el Centro Histórico de Morelia.
Javier, se desempeña como lavacoches en la calle Ortega y Montañez, quien su corpulencia no le impidió dar alcance a un presunto ladrón, después de perseguirlo varios metros del lugar donde se había llevado unas bolsas de dama.
Mientras lo sujetaba, el malhechor, imploraba que lo dejara ir, que no quería que lo volvieran a golpear, además de que pediría perdón, pero no tenía dinero para pagar las cosas.
Al presentarlo en el local de donde se llevó los objetos, la mujer que estaba encargada no podía dar crédito a lo que le decían, aceptó que eran sus productos, pero que no se dio cuenta del robo.
El detenido explicó que se le hizo fácil llevarse las bolsas, indicó que necesitaba el dinero para drogarse, señalando las partes de su cuerpo donde se inyecta.
El lavacoches le cuestionó a la encargada del negocio que, si quería proceder de algún modo para castigar el acto, a lo que ella simplemente dijo que no.
El presunto delincuente preguntó que, si se podía ir, y ella refirió que se podía retirar, con el consejo de que no lo hiciera de nuevo.
El joven esbozó una pequeña sonrisa y se retiró por la puerta principal de Plaza Capuchinas, para perderse de nuevo en las calles del centro.
Lo anterior dejó muy molesto a Javier, quien no podía creer el esfuerzo realizado para regresar las cosas al local y que el muchacho se fuera sin castigo.
El franelero posiblemente sintió la impotencia de los propios policías al ver que los ciudadanos se niegan a ejercer acción penal contra los delincuentes.