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Journal Rebel…Nuestro presidente, el mismo cuento de siempre.

Confío en el gobierno? ¿Será que un presidente de izquierda, con un gabinete paritario en género, podrá cambiar aunque sea remotamente la situación de nuestro país?

By: Itzia Ramos

Hace un año y medio, escribí una columna en esta plataforma: ¿Confío en el gobierno? ¿Será que un presidente de izquierda, con un gabinete paritario en género, podrá cambiar aunque sea remotamente la situación de nuestro país?

La respuesta es no, me equivoqué terriblemente, de ninguna manera. Como cualquier presidente mediocre de los tantos que hemos tenido, tiene sus pocas cosas buenas, ensombrecidas por la mayoría de errores que ha cometido (y sus comentarios fuera de lugar, esos no pueden faltar).

Y uno diría: bueno, el presidente es sólo una parte de los tres poderes. Por sí solo no puede hacer mucho. ¿Será que el partido con mayor cantidad de asientos (en ambas cámaras), al que el presidente pertenece, se atendría a sus promesas? ¿Harían ellos el cambio legislando? La respuesta es… no exactamente. Nos mostraron que son PRIistas disfrazados (o PRDistas o el partido del que hayan salido), mudándose a cualquier lugar que los recibiera y les diera otra oportunidad de un puesto político, trayendo los mismos valores y la misma pobre toma de decisiones.

Yo, joven, llena de esperanza, quise darle una última oportunidad a la política (con cualquier libro de historia de México se te quitan las ganas, pero lo hice a un lado). Al fin y al cabo, ya íbamos en picada, ¿qué tan malo podría ser intentar un camino diferente? Lo que me interesaba, en un primer momento, era bajar el número de muertes, desaparecidxs. Lo que llegó fue diferente.

El año con más homicidios (en cifras oficiales), eso es lo que pasó. O cambiaron la manera en la que computaban estos datos (muchas menos cifras negras), o de verdad más personas fueron asesinadas. Como haya sido, la realidad es que estén o no las cosas peores, no están mejor.

¿Qué hará el pueblo ahora? ¿Levantarse? ¿Llegar a su punto más bajo y hacer su verdadera cuarta transformación?

No. Nada pasa.

Lo que sí pasó es que la oposición estrenó su nuevo papel. Y ahora, con la rabia por los feminicidios (a nada de llegar a 10 al día), resulta que todos los partidos excepto Morena son feministas. «Si siempre hemos velado por la seguridad de nuestras mujeres», declaran, con un cinismo estratosférico. Debemos ignorar que la propuesta para la legalización del aborto a nivel nacional lleva años estancada, porque los partidos conservadores se niegan a arrancarse el rosario para cumplir con su puesto laico (sí, hablo del PAN y sus amigos). Que costó años tipificar el delito de feminicidio, en gobiernos de derecha y de «centro». Que en un momento eran las muertas de Juárez, problema que pudo haber sido atendido si el gobierno no hubiera estado tan ocupado en la lucha contra el narco. Ahora son las muertas de todo el país.

Expresar mi descontento a este gobierno ha venido con una respuesta particular: «¿Acaso estás del otro lado? ¿O es que estás muy pequeña para recordar?» Soy sólo otra joven enojada, que no entiende de política ni de cómo funciona una democracia.

Tal vez sea cierto. Tal vez falte a mi comprensión los principios básicos en esos espacios, como «el que no tranza no avanza». Tal vez hemos sido condenados, desde el momento que fuimos colonizados y robados de infinitas riquezas, a ser un pueblo que vive de las sobras de sus explotadores, y yo pierdo mi tiempo gritándole al vacío. ¿Pero qué más hacer? ¿Quedarme de brazos cruzados mientras este señor repite lo que los mandatarios anteriores? ¿Conformarme por orgullo mientras las chicas siguen desapareciendo, los chicos siguen siendo reclutados por los narcotraficantes y los activistas asesinados? ¿Decir que este es el gobierno que merecemos?

Seré joven, pero recuerdo. En mí reside la ira de todas las generaciones pasadas que no pudieron lograr hacer un cambio significativo. O que lo hicieron, pero sus descendientes lo vieron destruido. Y como recuerdo sabré mejor que confiar en quienes juran que, si llegan al poder, mejorarán las cosas (sigo hablando del PAN, el PRI y sus amigos). Si no lo lograron en 85 años, ¿por qué ahora? ¿por qué ser tan ingenua como para creerles?

Yo sostengo que la lucha está en el pueblo. Por más confiable que parezca un candidato, votar por él y dejar de ejercer presión hasta las siguientes elecciones no funciona. El cambio no se logrará por acciones individuales separadas, se hará cuando como una sola fuerza pongamos a quien quiera que esté en el poder entre la espada y la pared, que no les quede de otra más que escucharnos. Cuando hoy declaro que no confío en este gobierno, ni en el anterior, ni en el siguiente, no es porque me resigne a la indiferencia política, es porque me comprometo a la lucha, a estar informada y exigir nuestros derechos, independientemente de la bandera que ondeen los mandatarios.

Aprendí mi lección. ¿Se unirán ustedes?

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

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