
STAFF/@michangoonga
En Australia, francotiradores desde helicópteros sacrificaron a más de 700 koalas en un parque nacional, desatando polémica, protestas y cuestionamientos sobre el manejo de su fauna.
La impactante escena ocurrió en el Parque Nacional Budj Bim, en el estado de Victoria, donde un feroz incendio forestal destruyó más de 2,000 hectáreas de vegetación. Con la mayoría de los árboles de eucalipto calcinados (el principal alimento y refugio de los koalas), el gobierno local decidió llevar a cabo una «eutanasia masiva» desde el aire, argumentando que los animales estaban deshidratados, heridos o al borde de la inanición.
La medida, lejos de pasar desapercibida, generó una ola de indignación entre organizaciones ambientalistas y defensores de los derechos animales. Denunciaron que disparar desde helicópteros no garantiza precisión, y que era prácticamente imposible distinguir desde esa altura qué koalas realmente estaban en condiciones críticas. Se teme que animales sanos, incluidas madres con crías, también hayan sido ejecutados sin necesidad.
Para muchos, más que una solución compasiva, este operativo brutal expone un problema que Australia arrastra desde hace años: la falta de protección real para sus especies nativas. El hábitat de los koalas se reduce cada vez más por la expansión urbana, la tala de bosques y los efectos del cambio climático, mientras las respuestas oficiales siguen siendo, según los activistas, insuficientes y reactivas.
Este escándalo ha avivado el debate sobre el trato que Australia da a su vida silvestre, y también ha dañado su imagen internacional. Mientras tanto, cientos de koalas, emblemas del país, han sido abatidos en un operativo que muchos consideran inhumano, mal planificado y completamente evitable si se hubieran tomado acciones de conservación a tiempo.