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En lo que va del 2025, se han registrado 84 muertes de ballenas grises en México y una alarmante caída en la tasa de nacimientos, la más baja desde que se tiene registro.
Estas cifras han activado la alerta entre científicos y ambientalistas, ya que superan las muertes registradas en 2019 y se acercan a las de 2020, año en que se alcanzó el punto más grave del llamado Evento de Mortalidad Inusual (UME), que provocó la muerte del 40% de la población de ballena gris del Pacífico Norte Oriental, con 690 ejemplares.
Entre las principales causas identificadas por los expertos se encuentra la desnutrición: muchas ballenas han llegado a las costas con signos evidentes de falta de alimento, lo cual se vincula con una disminución en la disponibilidad de presas en sus zonas de alimentación, ubicadas principalmente en el Ártico.
El cambio climático también está impactando severamente sus ecosistemas, especialmente en el mar de Bering y el mar de Chukotka, donde se han alterado las condiciones del hábitat y la distribución de especies clave en su dieta, como el kril.
Desde 2019, los científicos han reportado una persistente “falla reproductiva”, es decir, tasas de natalidad extremadamente bajas, año tras año, lo que pone en riesgo la recuperación de esta especie.
Aunque en 2024 se observó una ligera recuperación poblacional, con estimaciones entre 17,400 y 21,300 ejemplares, estas cifras aún están por debajo de las 27,000 ballenas registradas en 2016.
Ante este panorama, los especialistas llaman a reforzar el monitoreo y la protección de estos cetáceos, así como a tomar acciones urgentes contra el cambio climático, que está alterando de forma crítica los ecosistemas marinos.