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En la comunidad de Coahuayula en el municipio de Chinicuila, Michoacán, los habitantes están en medio del fuego cruzado provocado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La organización criminal tiene al pueblo bajo el asedio de ataques constantes, los cuales solo la guardia comunal intenta repeler para proteger a la población civil, mientras las fuerzas federales solo los alientan con «echarle ganas».
Durante el noticiero matutino, la periodista Azucena Uresti, en Radio Fórmula, platicó con Yulissa Pelayo, hija del luchador social de la costa michoacana José Gabriel Pelayo Zalgado, desaparecido el 19 de marzo, derivado de la misma violencia que se vive en la región.
En la charla, la joven dio a conocer su crudo testimonio como habitante de Chinicuila, aseguró que la participación de la Guardia Nacional, consta solo en echarles «porras» para que sigan enfrentando al narcotráfico.
Por fortuna, hasta el momento de esta redacción no se han reportado bajas de los comuneros, pero son amenazados por este Cártel para unirse a sus filas delincuenciales
«Los únicos que dan frente, es la guardia comunal, la militar, la Guardia Nacional y estos llegan después de que todo termina, después de que está controlada la situación (…) dan un rondín y nos dicen échenle ganas y se van», detalló la joven Yulissa Pelayo en el noticiero.
La entrevistada explicó que las agresiones pueden durar días y se dan en cualquier punto del pueblo. La más reciente terminó apenas este jueves 23 de enero, pero solo pasaron 3 días para que el domingo iniciara un nuevo embate, que aún continua.
«No se duerme, no se descansa, se tiene que estar todo el tiempo a la expectativa a ver qué pasa», explicó la estremecedora rutina de los pobladores.
Los pobladores, tanto niños como adultos mayores, son blancos de ataques con narcodrones, explosivos y balaceras constantes, pese a que a pocos kilómetros de la comunidad hay un cuartel de la Guardia Nacional.
Con coraje en sus palabras, Yulissa adelantó que no quiere «dejarle la puerta abierta a estas personas» y por el amor que le tiene a su comunidad, no dejaría su casa a la deriva. Ello negando desplazarse por el violento ambiente que tiene sometido a la población y que ya de por sí provocó el desplazamiento de algunos de sus vecinos.
De acuerdo con la michoacana, esta situación ya escaló hasta la Comisión de Derechos Humanos, instancia que intervino al gobierno federal para que este tomara acciones de seguridad y resguarde a los pobladores, hecho que sigue pendiente.