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¡Pium! ¡Pium! Con Pistolitas De Agua Protestan En Barcelona Contra El Turismo

STAFF/@michangoonga

Con pistolas de agua en sus manos, manifestantes en Barcelona protestaron contra el turismo masivo, lanzándoles agua a los viajeros este fin de semana.

Con cánticos que decían “turistas, marchaos a casa” y portando pancartas que decían «Barcelona no está en venta» resonaron por las principales zonas turísticas de la ciudad.

Alrededor de 2 mil 800 españoles se unieron a la manifestación, reflejando del creciente descontento por el impacto del turismo y la gentrificación. Esta protesta refleja acciones similares llevadas a cabo recientemente en las Islas Canarias y Mallorca.

La vivienda y los servicios de Barcelona se han visto sometidos a una inmensa presión debido a la afluencia de casi 26 millones de visitantes que se registraron en 2023. Los ingresos generados por estos visitantes ascendieron a 12 mil 750 millones de euros (13 mil 800 millones de dólares).

Sin embargo, los barceloneses consideran que estas ganancias financieras no se distribuyen de forma equitativa, lo que provoca un aumento de la desigualdad social.

El grupo de manifestantes presentó 13 propuestas destinadas a reducir el número de visitantes y remodelar el modelo turístico de la ciudad, entre las que se encuentran el cierre de las terminales de cruceros, el endurecimiento de la normativa sobre alojamientos turísticos y la suspensión de la financiación pública para la promoción del turismo.

Recientemente, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, introdujo medidas para mitigar el impacto del turismo, como el aumento de la tasa turística nocturna a 4 euros (4,30 dólares) y la limitación del número de pasajeros de cruceros.

Además, se fijó un importante cambio de política para 2028, poniendo fin a las licencias de renta a corto plazo de más de 10 mil departamentos turísticos para hacer más accesibles las viviendas a los residentes de larga duración.

A nivel mundial, muchos destinos populares se enfrentan a conflictos similares. La industria turística ha resurgido con fuerza tras la pandemia, trayendo consigo ruido, contaminación y tráfico. Este resurgimiento pone a prueba los recursos locales y deteriora la calidad de vida de los residentes.

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