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Ganó Wendy y los transfóbicos no soportaron

Escribe: Vania Montes

Llámenme exagerada pero gracias a Wendy Guevara México avanzó un poquito y de eso trata mi columna.

Comencé a seguir a Wendy Guevara en youtube hace algunos años. En mis conversaciones en casa era cotidiano mencionar lo divertida y espontánea que era, un personaje que a mi ver tenía el potencial de cambiar la encuesta nacional de discriminación. Muchos de mis allegados me llamaron exagerada, pero igual se reían de los tik toks imitando sus frases.  

El 4 de junio no sé qué estaba haciendo, pero no me enteré de que la influencer estaría en un programa de televisión con formato de reallity.  Las redes sociales me dieron a saber que ahora muchos mexicanos tendrían acceso a su historia, a su testimonio y a su capacidad de reinventarse siempre defendiendo su personalidad; así como a su manera tan particular de narrar. Y ocurrió un fenómeno resultado del proceso natural de migrar a los internautas a la televisión y con esta decisión, resucitarla. La casa de los famosos se convirtió en uno de los tres programas más vistos de los últimos 10 años.

Fue así como decidí conseguir prestada una televisión y durante dos meses ocasionalmente mi vida se detenía frente a la cajita diabólica; además mis vacaciones me permitieron sumarme al team infierno y presencié cómo de alguna forma extraña y seguro sin proponérselo, la televisión despertó la conciencia sin dolor.

¿Cómo lo hicieron? La televisora vieeeeeeeeeeeeeja metió a 13 personajes en una casa y le dio su experiencia de big brother a esta generación digital, lo que volvió mucho más entretenida la práctica… ¿quiénes eran? Personajes medianamente populares, evidentemente sin mucho qué hacer en 71 días y con un profundo exhibicionismo. Wendy por otro lado ya era un personaje popular en las redes sociales, pero los usuarios de internet no éramos necesariamente televidentes.

Después pasó lo inevitable. Los intelectuales de facebook nos agredían en redes porque, al parecer, no era muy intelectual alegrarnos con la trivialidad de Wendy Guevara celebrando sus treinta años de vida un día antes de la final. Portaba un vestido tradicional de quinceañera y partió un pastel divertidísimo donde constaba lo relevante que habían sido para sus seguidores con sus frases emblemáticas. Pero ¿por qué me emocionó?; pues porque en México las trans no tienen fiestas de 15 años, con trabajos llegan a los 30, porque las personas trans en este país son las que encabezan la encuesta nacional de discriminación y a las que se violenta sistemáticamente no sólo por su orientación sino por tener una identidad no normativa, por lo que es más probable que se les niegue un empleo, o más grave aún, que sufran crímenes de odio

El domingo 13 de agosto dijeron el nombre de Wendy Guevara y verdaderamente queríamos correr a celebrar a las tarascas y no por el triunfo de cualquier personaje de la televisión que con frivolidad veíamos día a día, porque ya establecí que los personajes eran por decir lo menos, impresentables: machistas, misóginos, atenidos, flojos, torpes, bobos, elitistas, hipócritas… llenos de humanidad. No, el domingo queríamos celebrar que triunfó la aceptación sobre la discriminación.

Lejos del rating, de los reflectores, la comunidad hizo historia este domingo y nos hicieron sentir, ojalá no momentáneamente, que la igualdad no es una utopía. La mitad de los votos emitidos el domingo fueron para que ganara Wendy Guevara y se cuentan en más de 18 millones, eso es un paso enorme a la aceptación de la diferencia y sí, me emociona mucho.

Tengo que decir que nadie tenía más inteligencia emocional que Wendy dentro de la casa y estudió hasta 5º de primaria. Y ojo aquí: desertó por carencias económicas y por homofobia. Nadie tiene un testimonio de vida como el de ella y eso la volvió loable. Además, puso en la TV de cada mexicano que la siguió otras realidades muy necesarias para que cada televidente, o por lo menos los 18 millones que la apoyaron, dejaran de lado sus prejuicios y vieran sin atención a sus preferencias a una mujer inteligente y excelente ser humano, que representó a la comunidad LGBTQ+ desde el grupo más violentado, el trans, y nos dejó saber que son humillados, señalados, violentados sólo por ser quienes son, ¿suena estúpido? Lo es. 

Hasta el domingo miles de personas que tenían que esconderse de quienes son, vieron con orgullo que Wendy Guevara es quien es ante los ojos de todos y es aceptada y reconocida. La historia de Wendy identifica, dignifica y visibiliza. No fue poca cosa lo que hizo, tenía más mérito ir al Ángel de la independencia por esa victoria que por las semifinales de la selección nacional o por un triunfo del PAN.

Lo que pasó el domingo es motivo de orgullo porque se animaron a apoyar una historia de valor, resiliencia, autoestima, de respeto a las minorías…de una chica trans auténtica, inocente, sin pretensiones. De verdad felicito a quienes se dieron la oportunidad de conocer a Wendy y descubrieron lo absurdo de la incomodidad o desconfianza que les generaban las personas transgénero, genderqueer o que no siguen las normas tradicionales de género. Los transfóbicos no soportaron.

Está claro que este programa no tenía la intención de educar, y podría dedicar próximas columnas a todas las formas de manipulación que la generación identificó y exhibió en sus plataformas, pero hoy de lo que se trata es de Wendy y de cómo la comunidad debe estar orgullosa de la forma en que fueron visibilizados, su carisma fue apabullante ¡y nimodérrimo!

*Vania Montes es docente, coordinadora de opinión en changoonga.com, abogada, activista de Derechos Humanos y adoradora del rock argentino.

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