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Maricela A. se amarró al balcón de lo que fuera la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para exigir que se castigara al violador de su hija, quien fue ultrajada cuando tenía tan solo siete años.
Hoy en otro balcón de lo que ahora es la “Okupa Refugio Ni Una Menos”, Mari dijo: De aquí nadie me saca, yo fui la que empezó todo esto, bueno… una de las que inició esto, viví en la calle por mucho tiempo, nadie me escuchaba, nadie me apoyaba hasta que llegaron ellas”, y señaló hacia bajo dónde estaban sus compañeras regresando de una marcha.
Maricela es una mujer muy recia, bajita, de tez morena y pelo obscuro, con su cubre bocas negro y su playera morada que dice “Ni Una Más” desde el balcón festeja que sus compañeras volvieran sanas y salvas después de una manifestación en las que fueron reprimidas.
Es normal ver a Mari en la entrada de la Okupa organizando mujeres, recibiendo víveres, cuidando la puerta para que no entren infiltradas, hoy estaba un poco recia para no permitir la entrada de una fotoperiodista del periódico La Jornada, le repitió de nuevo “aquí no queremos prensa”, pidiéndole que por favor abandonara el edificio, pero poco tiempo después la periodista sin hacer muchas fotografías convivió con las mujeres de la Okupa.