JournalRebel…La homofobia no es una opinión.
Cuando te pones a hablar del asco que te dio ver a una pareja de chicas “besuqueandose" y te indignas porque lo hacen en un lugar público, puede que parezca inofensivo: al fin y al cabo, no planeas golpearlas. Mas, como ya he tratado antes en esta columna, la violencia existe en muchas manifestaciones que no son sólo agresiones físicas
By: Itzia Ramos
Cualquiera creería que para este punto en la historia humana, habríamos aprendido un poco de nuestros errores. Que nos volveríamos conscientes de las minorías y buscaríamos una manera en que pudiéramos vivir en inclusión, que existiera equidad porque al final del día somos personas y todas, no importa nuestra orientación sexual o identidad de género, merecemos los mismas derechos.
¿O no?
Este pensamiento existe, no lo niego. Si no lo hiciera, no estaría aquí escribiendo porque esto yo no me lo saque de la cabeza: lo aprendí de un grupo de personas que lucha todos los días por estas condiciones.
Claro, en algún momento tuve que conocer otros círculos y darme cuenta que la experiencia que yo tuve fue rara. Me bastó hablar con otras personas de estos temas para que la “perspectiva» comenzara a salir: “Yo no estoy de acuerdo con los gays y eso. Digo, no soy como esos que los agreden pero no creo que sea algo natural, ¿sabes?”
Y así seguían las cosas. Que era una ideología que pervertiría niñxs, que o eres hombre o mujer y se define cuando naces, que sólo salían a las calles para “jotear» y que si querían equidad entonces los heteros también ocupaban un orgullo, que todo era una conspiración patrocinada por fundaciones moviendo dinero porque ellos no existían hace cincuenta años, ¿qué coincidencia, no? (pero los respeto.)
Bueno, les tengo una noticia. Si quieres tener una opinión para eso existe la pizza con piña: lo que tú estás perpetuando es un discurso de odio. Y no, no es un término que me haya inventado; según la revista Dfensor de la CDHDF, “el discurso de odio es aquel que incita a la violencia –física, verbal, psicológica, entre otras– contra las personas en general o contra determinados grupos con rasgos históricos, sociológicos, étnicos o religiosos específicos”
Cuando te pones a hablar del asco que te dio ver a una pareja de chicas “besuqueandose» y te indignas porque lo hacen en un lugar público, puede que parezca inofensivo: al fin y al cabo, no planeas golpearlas. Mas, como ya he tratado antes en esta columna, la violencia existe en muchas manifestaciones que no son sólo agresiones físicas. Aquí no sólo las estás agrediendo verbalmente, estás cultivando un descontento en ti y en otras personas a tu alrededor, un estigma negativo en torno a estas chicas. Nada te puede asegurar que otra persona que te escuchó no reproduzca esta ira de otra manera más grave que comentarios despectivos. Y si eso pasa, tú también serás responsable.
Así que te lo pondré en términos simples. Si te sientes identificadx con lo que acabo de decir, si ya lo hiciste antes, tú no estás ejerciendo tu libertad de expresión, tú estás discriminando y eso no merece tolerancia. Mereces respeto por ser una persona y te aseguro que a quiénes odias con tanto afán te lo darán, ¿pero no crees que sería muy hipócrita pedirlo cuando lo único que haces es ignorarlo en las demás personas?
De ninguna manera estoy incitando a que quienes piensan así deban ser excluidxs o tratadxs de la misma manera que tratan. Sólo digo que tú, especialmente si eres parte de la comunidad LGBTQ+, no les debes absolutamente nada porque existir no debería ser un tema de discusión. Busca círculos donde te respeten y te aprecien por quien eres, porque te lo mereces por el simple hecho de ser una persona. Y eso nadie te lo puede discutir.
¡Feliz mes del orgullo! Por un mundo donde la diferencia no sea temida sino celebrada.
Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Aliada de la comunidad LGBTQ+. Escribe poesía en sus tiempos libres.