Rebelde a los 15…La chica que escribe.
Hola, por si no me conocían soy Itzia; tengo 15 años, un gusto cuestionable en literatura y cuatro gatos. Si aún no saben quién soy, probablemente podrán reconocerme como "la morrita que escribe" y todas sus variaciones, y además tengo la genial oportunidad de hacerlo con una columna semanal en changoonga.com
By: Itzia Ramos
Cuando hace 8 años se me ocurrió agarrar un cuaderno y comenzar a escribir, no pensé que se convertiría en una parte distintiva de mi persona. Me es difícil narrar el momento que tomé la pluma como algo que cambiaría mi vida, una profecía resumida en un pedazo de plástico porque no lo era. Para mí, era una tarde menos sin sentirme aburrida.
Pero ya me estoy adelantando. Hola, por si no me conocían soy Itzia; tengo 15 años, un gusto cuestionable en literatura y cuatro gatos. Si aún no saben quién soy, probablemente podrán reconocerme como «la morrita que escribe» y todas sus variaciones. Será, tal vez, porque cuando no tengo nada qué hacer me pongo a escribir y tengo la genial oportunidad de hacerlo con una columna semanal en changoonga.com (que es la que están leyendo, claro).
Y da la casualidad que esta columna cumple un año el siguiente lunes… algo que todavía no acabo de procesar… (¡sí, ya un año!)
Verán, yo juraba que iba a trabajar en Pixar o algún estudio de animación. A lo que yo sabía, escribir me salía fatal, lo mío era dibujar, o un gran número de cosas en las que parecía ser mejor que en las palabras. Me encantaba leer, sí, pero escribir ya era otra cosa.
Entonces, ¡zaz!, un día me pidieron redactar una poesía. Me pareció algo divertido. La presenté a la clase y después decidí que sería mi nuevo hobby. Así que me puse a escribir de una manera tan elocuente como una niña de 8 años puede hacerlo (entiéndase, sin ritmo ni rima ni absolutamente nada que se pareciera a una poesía) Por suerte contaba con padres muy comprensivos y mucha energía que quemar, así que seguí escribiendo.
Muy lentamente la cosa comenzó a tomar forma. Podías encontrar textos míos hasta en la parte de atrás de mis libretas, en mi tableta, en las computadoras de mis papás y las de la escuela, en cualquier hoja suelta. Escribía siempre de lo mismo, en estrofas de cuatros versos con rima consonante ABAB. Y luego pasé a la prosa, después me regresé a algo más irregular porque me encantaba la poesía Slam. Intenté los sonetos y fallé gloriosamente. Tuve una época de cuentista a la que no me gustaría volver, y terminé aquí.
Probablemente tengamos diferentes nociones del tiempo, y para ustedes sea poco tiempo, menos de una década. Para mí ha sido la mitad de mi vida siendo «la niña escritora», echándole todas las ganas con la pequeña esperanza de que el mundo me leyera algún día. Y mira que no será el mundo pero hoy ya no soy la única que me lee… ay, qué bonito es decir eso.
Estoy infinitamente agradecida con cada persona que se toma el tiempo para leer mis ideas, se me hace increíble poder interactuar con personas del doble de mi edad sin nunca sentirme menos. Con el equipo en changoonga que me da la oportunidad de estar aquí y escribir de cada cosa, con quienes se cruzaron en mi vida para enseñarme algo nuevo que le diera otro giro a lo que hago. Estoy aquí porque le he dado todo lo que tengo y un cachito más, pero también porque hay quiénes me han puesto sus manos como escaloncito porque no alcanzo (es que soy chaparrita jaja), un privilegio que pocas personas tienen o tendrán.
Así que, gracias. Gracias, gracias, gracias. No tengo más palabras que esas. Exceptuando que si tienes la oportunidad de hacer algo que amas lo hagas porque lo peor que puede pasar es que la riegues. Varias veces. Pero aprenderás algo así que… yay.
¡Nos veremos la sig. semana!
Itzia Ramos, ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.