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Los prófugos del guacal // By Topota Madre

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Por Topota Madre

La militancia es todavía un fuerte potencial que el perredismo local no puede darse el lujo de perder…pero lo está perdiendo. El liderazgo de este partido en el congreso estatal que recaía en la persona de Juan Pablo Puebla Arévalo, ha sido finiquitado. El legislador tenía rato presumiendo su simpatía con AMLO y, de manera inversamente proporcional, su desprecio por la posible candidatura del gobernador Silvano a la presidencia de la República.

Finalmente, el todavía diputado perredista dimitió ayer a su cargo de coordinador parlamentario de esa fracción, no sin antes fustigar el papel de sus compañeros de partido a quienes calificó de “oficialistas y orgánicos” (quizá algunos no entendieron pero por si la moscas, le habrán dicho ¡la tuya!). En el lugar de Puebla, se quedó como parche momentáneo, el diputado Manuel López Meléndez; personaje más afín al proyecto silvanista. Y para cerrar con broche de oro, el dirigente del sol azteca en la entidad, Carlos Torres Piña, minimizó el problema.

Lo cierto es que Puebla es solo uno de los muchos eslabones rotos de la larga cadena perredista que se quebranta ininterrumpidamente con el dilema de la chamba en el gobierno estatal y la seductora y mesiánica imagen del Peje. Y es que el trabajo que mucho funcionario perredista ostenta en la actual administración es quizá la única forma que tiene el gobernador Silvano de aguantar la desbandada. Es una especie de muro artificial de contención que tarde o temprano va a reventar por la presión de la base. Es una lealtad que pende de alfileres.

Por ahora, solo los legisladores, es decir, los que tienen la chamba segura todavía, se pueden dar el lujo de cuestionar y fustigar; de chaquetear, de ser críticos y no estar de acuerdo con el gobernador. Pero este lujo no se lo pueden dar ni secretarios, ni directores, jefes de departamento y hasta empleados de contrato. Se pierde mucho y aún con la posible salida momentánea del gobernador, a este gobierno la faltan más de cuatro años para terminar.

Quizá consciente de que su intención electoral le trajo más perjuicios que beneficios políticos, el mandatario michoacano ha pedido no hacer “futurismo” ni asegurar que pedirá licencia (aunque suena inevitable). La escalada de críticas ha sido bien aprovechada por la disidencia que activamente promueve el legislador federal y cuasi coordinador de campaña de AMLO, Fidel Calderón Torreblanca. El primer promotor del obradorismo en Michoacán no pierde tiempo ni tribunas para denunciar que la posible ausencia del gobernador comprometería la estabilidad política de la entidad.

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