STAFF / Matilda Martínez
Existen muchos tipos de amor, en su mayoría los seres humanos se enfocan en buscar el de pareja, algunos disfrutan de otras criaturas, con una misma alma, pero en cuerpos diferentes.
Tal es el caso de Pikolín Palacios Tercero, un perro callejero que desde hace aproximadamente dos años se dedica a desafiar el tráfico y recorrer las calles de la llamada Morelia con conchas con chocolate acompañado de su amo Iván Skullcat Placebo, dedicado a la danza con fuego.
A diario, los amigos salen de su hogar para buscar las calles con mayor tráfico vehicular y danzar con fuego, frente a los rostros adustos y estresados de los automovilistas, mientras esperan la luz verde de cada semáforo.
El joven egresado de la licenciatura en Danza Contemporánea, prefirió abandonar su trabajo en la Secretaría de Cultura en Michoacán (Secum), para caminar diariamente más de 5 horas y buscar junto con Pikolín, una nueva aventura.
Ataviado con un pequeño suéter color beige, para contrarrestar las atípicas lluvias y atado a la alcantarilla de la esquina para evitar ser víctima de las imprudencias automovilísticas, espera tranquilo a su amo, pero sin perderlo ni un segundo de vista, y a la expectativa para reaccionar en caso de que Skullcat se encuentre en peligro.
“Mi perra Cuca fue quién encontró a Pikolín, un día salimos a pasear la Cuca y yo, y salió entre las hierbas con Pikolín, y desde ahí no nos separamos, siempre me acompaña a trabajar, aunque es un perro punky y fresón a la vez”, indica el joven con una sonrisa.
Pikolín es una cruza de pastor belga con pitbull, tiene aproximadamente 2 años de edad, y se ha convertido en un amigo incondicional del bailarín urbano.
“No me gusta pagar por trasporte público, prefiero caminar por toda la ciudad junto con mis perros”, añade.
El joven que también es técnico de iluminación y especialista en tramoya, señala que prefiere disfrutar de la libertad de las calles y de vez en cuando colaborar en el Centro de Experimentación para las Artes (Cepa), o del primer colectivo de malabares conocido como Circotorreo.
“Me gustó esta actividad desde que era niño, pero apenas 6 años en las calles, me inspiró un grupo medieval noruego llamado In Extremo, que dentro de sus presentaciones realiza diversas acciones de performance”, señaló.