Pueblos Mágicos: ¿pierden la magia? // By @GladisLopezB
Por Gladis López
Sin duda, una de las actividades económicas que contribuye al ingreso de divisas a nuestro país es el turismo. El gobierno federal se percató de la oportunidad de sacarle mayor provecho a la gran variedad de destinos turísticos que tiene México, por lo que puso en marcha distintos programas de promoción y fomento al turismo.
De esta manera, con la finalidad de que los turistas aprovecharan los alrededores de los reconocidos centros turísticos, en 2001 nació el programa “Pueblos Mágicos”.
De acuerdo con la SECTUR, un Pueblo Mágico se define como una localidad que posee “atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentales, cotidianeidad, magia, que emana en sus diversas manifestaciones socio-culturales”. Por supuesto que en nuestro país existen muchas localidades que por su tradición, cultura, arquitectura, gastronomía y otros atractivos, aspiran a este reconocimiento, lo que además significa ingresar a un selecto grupo de entidades con incremento progresivo en sus ingresos, acceso a recursos públicos federales y asesoría en promoción turística a nivel internacional.
Actualmente, los municipios interesados en integrarse a este programa deben cumplir con una serie de requisitos de certificación relacionados con diversos aspectos del sector económico y social, institucional, de gobierno y por supuesto, turístico. Asimismo, deben contar con elementos de identidad única en su historia y arquitectura, además de estar ubicados a una distancia no superior a dos horas por carretera de un destino turístico consolidado o una gran urbe.
¿Cuáles son los beneficios de ser un Pueblo Mágico? Cuando una localidad ingresa al programa recibe varios incentivos como acceso a fondos federales y estatales, además de obras por las que no paga. Para el rescate de su imagen urbana se pintan las fachadas de casas, se remozan las principales calles y la CFE quita los cables de electricidad aéreos y los convierte en una red subterránea; además se rescatan sus monumentos, recibe ayuda para desarrollar productos turísticos, reordena el comercio informal, se le hace un Plan de Desarrollo, se capacita a la población y se incluye en los planes de comercialización y promoción.
La lista de beneficios por pertenecer a este programa es amplia, pero sin duda vale la pena preguntar si la nominación a este grupo selecto obedece estrictamente a los criterios expuestos anteriormente o hay intereses políticos de por medio.
Y es que de acuerdo con las principales observaciones y recomendaciones del “Diagnóstico de la evolución y perspectivas del Programa Pueblos Mágicos”, desde su creación se han otorgado nombramientos a localidades que no han podido cubrir en su totalidad las obligaciones que conlleva este esquema; incluso se revela que al día de hoy, algunas localidades distinguidas presentan problemas de inseguridad, corrupción y tráfico de influencias, además de registrar insuficiente diversidad de productos turísticos, pues no se han logrado desarrollar sitios o actividades que propicien el incremento de la estadía y el gasto de los visitantes; por estos motivos, muchos presidentes municipales están preocupados por la posibilidad de que salgan o se condicione su permanencia en el programa.
Es así que al gobierno federal le urge revisar la lista actual de entidades reconocidas para verificar su efectividad en la práctica, así como reforzar los requisitos para que el valor de la marca “Pueblos Mágicos” sea la garantía para encontrar la verdadera riqueza de las localidades, su patrimonio arquitectónico o cultural preservado…Es mi opinión.