Pretensiones del columnista/ By @Oswaldisimo
Por: Oswaldo Calderón
Siempre me he preguntado a dónde va lo que escribo, ¿qué hace el lector con lo que lee? ¿A qué tipo de lector me enfrento? Y de alguna manera debo recurrir a la retórica para no resolver tales trivialidades, si es que lo son o podrían ser sólo necedades; pretensiones falsas o válidas si también hay honestidad en ellas o la vorágine del ego se cuela entre las oquedades de la superficial letra y los olivos o el reconocimiento sobrecogen los largos vestidos de acentos y opiniones irracionales. Y bien podría solicitar más recursos literarios para no llegar a nada y confundir que no es lo mismo, y al mismo tiempo volver al principio: ¿Para qué escribir una columna?
¿Los lectores están esperando con ansia la aparición de mi columna? Con ansia o sin ansia, no. Nadie espera lo que no ha de llegar hasta que llega y entonces el lector tiene en sus manos información más o menos condensada sobre hechos o situaciones de importancia nacional o internacional o trivial o muy superficial y siempre desde el punto de vista del columnista; que siempre será un punto de vista subjetivo y limitado por el conocimiento en general y en particular de lo que conoce; por eso es necesario que el columnista sea más o menos especializado en el tema del que habla, ya que su opinión será una referencia o podría serlo; bueno, ¡eso no es cierto! ¿A quién le importa lo que yo pueda escribir o sobre qué opinar? Si ni a mí mismo me importa lo que puedan decir los demás sobre la mayoría de las cosas. Entonces: ¿Para qué escribir una columna?
Pongamos un ejemplo o varios: todo mundo opinamos cuando la arpía mujerfuchi peruana conductora de Televisa, Laura, hizo lo que hizo, cómo lo hizo y así le fue, y hasta Aristegui salió embarrada, siendo ella una seria periodista, la segunda y no la grillera primera, y entonces, ¿pasó algo? No. ¿Qué hicimos con la enorme cantidad de información? ¿Denuncia social? ¿Revelar o suscitar un cambio? ¿Provocar? Pues no. Lo único que hicimos fue el ridículo y la infeliz fujimorista de Laura se pasó por los huevos todas nuestras indignantes posturas. Cuando el lector lee una columna, ¿asume una postura? ¿Es un lector crítico? ¿Qué hace con la información? ¿En dónde termina la opinión que estoy ofreciendo? ¿Quién pinches pidió mi opinión? Así que volvemos: ¿Para qué escribir una columna?
Ahora vayamos con un ejemplo más frívolo: todo mundo sabemos y opinamos a cerca de lo pendeja que es Ninel, ella lo sabe y le importa un pito, entonces ¿para qué opinamos acerca de ella? ¿Es una opinión con algún sentido o dirección? ¿Ofrece alguna ventaja? Supongo que sólo la de aquellos que son menos pendejos que ella, y ella que resultó menos pendeja, cobra un dineral por sacarle jugo a su pendejez que todos obviamos y nosotros no, en ese sentido, ¿qué pendejos somos? Es retórica, ¿recuerda? Nada de sentirse ofendidos, que para eso somos mexicanos, al menos los pendejos que opinamos sobre ella. En fin, va de nuez: ¿Para qué escribir una columna?
¿En verdad importa lo que yo o cualquier columnista pueda decir u opinar sobre lo que sea? ¿Para denunciar? Si bien es cierto que en muy pocos casos de la denuncia se va a los hechos concretos o movilizaciones, en la mayoría de los casos no, entonces, ¿debemos los columnistas buscar sólo los temas que deben tener al menos un impacto social o político o lo que sea y demeritar todos los demás temas? Y en ese rubro, pues es mejor no decir nada que decir muy poco y mucho de lo mismo o muchos diciendo lo mismo de cosas que se dicen demasiado y nada pasa o pasará. ¿Cuánto de lo que dice el pendejo de Loret todos los días tiene un impacto real? O las pendejas entrevistas de Adela, ¿han cambiado el quehacer o percepción del mexicano? ¿A usted le importa lo que diga Álvaro Cueva? ¿O qué premio recibió Elenita? Pues a mí me vale madres. ¿Para qué escribir una columna?
Yo mismo me canso de buscarle un tema cada que llega el día de la tanda para presentarle mis mejores luces y las peores pesadillas. ¿Qué hace usted con esa información? Seguro que no tiene una epifanía ni espera al paráclito de rodillas. Seguro que sólo es información de una ida, de pasada, de momento, una laguna, una visión temporal, una distracción, reflexión sin acción y ¿para qué? Lo único que cambió fue su percepción sobre el autor de la columna, o se volvió más pendejo o menos wey. Así las cosas.
Siempre les pido su opinión, allá ustedes…
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