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¿Desaparición de poderes o renuncia pactada?/ By @gaeelico

Por Toño Aguilera

Espacio para la estulticia de un humilde obrero de la información #Antifascista #Socialismo Humano
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Es innegable (y por más que los priístas traten de negarlo o minimizarlo) que Michoacán atraviesa por la peor crisis política, gubernamental, económica, de seguridad y social en las últimas décadas y también no se puede negar que los intentos o esfuerzos que hace o trate de implementar el gobierno estatal para atender esta problemática, ya quedaron cortos y en muchas ocasiones, en Casa de Gobierno no se tiene una noción real de lo que sucede en la entidad.

Todo lo anterior configura lo que los especialistas han denominado como “Estado Fallido” o “Estado Débil”. Sin embargo, muchos desconocen este concepto (entre ellos la clase política gobernante y el partido en el poder. v. gr. El PRI) y lo que implica para dar paso a la desaparición de poderes en Michoacán.

El concepto “Estado fallido” significa el fallo del Estado para asegurar su función principal, que es en el concepto clásico de Max Weber, mantener el monopolio legitimo de la violencia política. Noam Chomsky (2008) ofreció un concepto de Estado fallido más amplio al categorizar no solo el monopolio de la violencia como motivo del fallo, también incluyó los objetivos del Estado.

En el concepto de Estado fallido se contempla en los sucesos políticamente más comprometedores como guerras civiles, inoperancia absoluta del gobierno, guerras con el exterior, existencia de guerrillas que disputan el control territorial y la ausencia absoluta del Estado de Derecho.

Sin embargo, Charles T. Call (2008) propone tres conceptos alternativos a Estado fallido. Propone en caso de Estados colapsados los cuales el cual no pueda mantener el monopolio legitimo de la fuerza y no exista ni un nivel básico de funciones del Estado para el ciudadano, como lo es proveer de identidad jurídica, seguridad física, controlar el sistema de migración al exterior ni puedan realizar sus actividades cotidianas relacionadas con el gobierno, dejando esas funciones a entidades política diferentes. En este caso hay una patente situación de guerra civil o guerra al exterior.

Posteriormente argumenta que ante la debilidad institucional de un Estado se vea como alternativa al Estado débil, donde a diferencia del primero no existe una guerra o conflicto violento a escala nacional y donde hay funciones básicas del Estado.

Caso Michoacán

Los acontecimientos de los meses recientes en Michoacán apuntan a definir al actual gobierno como un “Estado Fallido” o “Estado Débil”, y que se basa en la falta de estatalidad y como nivel de falta de funciones para actuar en el territorio. También que el Estado no cumple con sus funciones jurídicas y de seguridad básicas, y de funcionalidad como la capacidad del Estado en interceder en la vida cotidiana en la entidad. Un Estado con baja estatalidad sería uno que tiene impunidad y violencia regional.

Por ende, la debilidad institucional, la falta de capacidad del titular del Ejecutivo para atender al 100% la agenda pública en un contexto de crisis de índole diversa, la inoperancia del gabinete para articular políticas y programas públicos, la ausencia de gobierno en varias regiones de la entidad, la cancelación o suspensión de programas sociales, fuga de capitales, pésima calificación crediticia, desempleo, pobreza, migración, desplazamiento forzado, inestabilidad económica, crisis social, nula inversión privada, corrupción al por mayor y violencia galopante. Este es Michoacán, por más que el PRI y el gobierno federal lo nieguen.

Por estos días volvió a surgir el tema de la desaparición de poderes en Michoacán, y en un análisis somero del Artículo 76 Constitucional, fracción V, no se configura la desaparición de poderes en el estado como tal, ya que el poder Legislativo y el Judicial están trabajando de manera normal, no así el Ejecutivo.

En este contexto, Michoacán requiere de una toma de decisión histórica y trascendental, ya sea que el Congreso del Estado decida armar un juicio político en contra de Fausto Vallejo por su evidente incapacidad para gobernar, o que el propio político priísta pacte una renuncia con Enrique Peña Nieto.

Es evidente que el problema de Michoacán se llama Fausto Vallejo, sólo falta que él lo reconozca.

@gaaelico

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