En loco…tidiano. Las ventanas
By: Rosío Morelos
Solo,
Con la ventana abierta a las estrellas,
Entre árboles y muebles que ignoran mi existencia.
Oliverio Girondo.
Dicen que “los ojos son las ventanas del alma”, ¿podrían ser entonces las ventanas, los ojos del
mundo? Independientemente de la respuesta lo que sí se puede decir es que hay cierta magia
innegable en las ventanas. Quizás porque representan una ruta de escape alterna y hasta cierto
punto clandestina a la ruta obvia (las puertas).
Esos huecos, normalmente cuadrados que nos empeñamos en colocar lo mismo en casas que en
oficinas, no son solo adornos o rutas de escape, también son una poderosa fuente de luz y
claridad. Este gesto que recibimos indirectamente del sol, es un buen norte cuando nos sentimos
perdidos o enfermos. No hay mayor bienestar que asomar las narices a la ventana para
recargarnos de energía y darnos cuenta de lo que nos estamos perdiendo allá afuera (aunque es
bien cierto que a veces lo que nos perdemos es ser uno de esos pobres diablos que corren
despavoridos en mitad de una tormenta, o ser una de las desafortunadas víctimas del crimen, que
no deja de multiplicarse en todas partes).
Para los que gustan de soñar despiertos, las ventanas ofrecen una buena alternativa. Bajo su
cobijo se puede fantasear sin ser interrumpido, pues el cristal no solo nos protege de las
inclemencias del tiempo, sino también del ruido exterior. (Y al mismo tiempo, el paisaje exterior
nos protege de la desagradable imagen de una casa desordenada, con los trastes apilados hasta un
punto insalubre y la ropa amotinada en todas partes).
Es una enorme ventaja que desde las ventanas podamos contemplar lo que hay afuera, sin
necesidad de volvernos parte de ese otro entorno, es una actividad que se presta al contrabando:
de miradas, de historias y hasta de drogas (¿quién en Morelia no ha visitado alguna de las famosa
“ventanitas” que desde tiempos inmemoriales te despachaban por medio de una cubeta amarrada
a una cuerda, los cigarros y alcohol de tu preferencia a horas no permitidas por la ley?).
Otra de las cosas que nos ofrecen de cuando en cuando las ventanas son sorpresas. Si por ejemplo
se nos ocurre dejar alguna abierta en esta época de lluvias, cuando regresemos de la calle
podemos encontrarnos con un escurridizo charco de agua, que ojalá no allá todavía tenido la
maldad de alcanzar nuestra alfombra, libros o muebles.
En algunas zonas de la ciudad (por ejemplo la colonia industrial) abrir las ventanas es un lujo que
rara vez pueden darse los habitantes (al menos si no quieren arriesgarse a que una poderosa
pestilencia se adueñe por completo de la atmósfera de la casa). Pero no todas las sorpresas son
malas, los que poseen una ventana cercana a un árbol pueden encontrarse de vez en cuando con
alguna hoja que ha volado hasta el interior de la casa para maravillar con su preciada forma.
Incluso, las ventanas pueden ofrecernos polizones espectaculares (¿cuánta belleza hay en poder.
contemplar a una mariposa o pájaro que se entrometen en nuestro espacio? ¿Cuánto
entretenimiento en lograr sacarlos por fin de la casa?); aunque hay que decir que también existen
algunos polizones non gratos (especialmente las moscas y los mosquitos) a los que no se puede
desalojar fácilmente.
Supongamos que están en aprietos, que tienen que escribir una columna semanalmente y que no
han encontrado algún tema que llame su atención. Las ventanas pueden ser un buen método de
salvación, porque incluso a falta de algo ensordecedor que nos haga voltear la vista, bien podemos
volcarnos hacia la propia naturaleza de las ventanas, que no dejan de ser una vía maravillosa para
alcanzar un mundo infinito de posibilidades.
Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio, afecta a no dar explicaciones.