¡Y resulta que Habemus Papanchito!
Por Mar Proud
Y mi hija mayor que va a colegio católico me dice: “Mami, nuestro nuevo Santo Padre es latino ¡como nosotras!” Y que me pongo a pensar, ¿qué sabe ella de santos padres o de latinos? ¿Qué sabe ella de religión? Pues nada, y por eso su opinión se hace aún más válida.
El día en que se anunció que Papanchito era el nuevo líder de la Iglesia Católica, mi hija comenzaba a cuestionarse la fe. “Mamá, ¿por qué tengo un Santo Padre? ¿Y quién es él?
¿Y por qué debo llamarle padre cuando no lo es?” Yo helada me quedé y no tuve más que decir, no lo sé hija. Creo que a las dos nos lo han impuesto y se supone debemos creerlo. Horas después, me encontraba yo meditando sobre ello y me di cuenta de que no concuerdo con ello.
No estoy en contra de ninguna religión. Pero no comulgo con los que predican en pro del miedo, y del pecado. ¿Qué es eso de cualquier manera? ¿Qué es pecado y quién es pecador? ¿El que actúa sin malicia o el «padre» que a sabiendas se aprovecha de su puesto y obliga a inocentes a «actuar con fe» en contra de su voluntad?
¿Quiénes son ellos para dictar reglas que ni ellos mismos están dispuestos a seguir?
¿Quién es nadie para no defender a los que sufren y lloran en nombre y a costa de la fe?
Creo que sería más aceptable que cada quien siguiera su versión del catolicismo a estas alturas del partido. Sin hacer daño a nadie, sin herir, sin insultar. Respetando ideas, colores, sexos y prácticas que al final a quien le importa lo que haga cada quien a puerta cerrada.
Sería mejor criar a nuestros hijos en una sociedad plural y abierta, donde no haya miedos ni castigos por preguntar o por hablar, habría mejor que informar. Siempre, informar para criar seres inteligentes y con opiniones propias, seres sin miedo a proponer.
Vamos Papanchito, aquí los que importan somos tu, yo y Maradona.
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