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Es inevitable (elecciones 2015)// By @Ruy_Carreno

editoriales

columna Ruy Carreño

Por Ruy Carreño

Por más trato de evitar no hablar o escribir sobre política y elecciones; los vientos impulsan mis velas, lleno de asco me abalanzan, para vomitar estas palabras: nadie puede permanecer ajeno a la política de su pueblo o colonia, de su municipio, estado o de su país; nadie puede hacerlo; la política nos absorbe, nos hace parte de un complejo social o colectivo, en el que todos bien o mal estamos inmersos.

Contra todo pronostico “el PRI Gobierno” (diría mi abuelo) junto con sus paleros (el verde rapaz y el Panal) salieron avantes en la elección del pasado domingo; ¿dónde quedó el descrédito del ejecutivo federal?, ¿dónde los cuestionamientos entorno a los escándalos de corrupción?, no logro entender las razones que mueven al electorado, ¡¿hasta cuándo seremos capaces de romper el circulo vicioso?! La llamada “fiesta de la democracia” no es más que un festín de mierda, repartida entre sequitos de poder.

¿Qué significa para el pueblo, un gobierno surgido de la compra de votos? Ante la sabida existencia de ésta arraigada practica de corrupción; la renuncia a la libertad de elección (a sabiendas de que es un derecho irrenunciable) supone una falta a la dignidad humana, ¿por qué? Porque con la compra de la voluntad del elector, se merca con el hambre de las personas, sacando provecho de las principales carencias, no sólo del individuo, sino de los grupos más vulnerables de la sociedad; así, si el espíritu flaquea al momento de aceptar vender el voto, más con ello se busca engordarlo por un momento (el día de la elección), a fin de no dejar ir los $500.00 a $1200.00 pesos; dinero que el ciudadano no verá reflejado de manera palpable durante el periodo de gestión de su postor; sin embargo, en esa asquerosa practica, no se habla de dignidad o legitimidad del gobierno, sino de intereses en el “mercado negro de la democracia”; por ello los que acceden a realizarla, no cuestionan un gobierno corrupto de raíz.

Para calificar de manera genérica la elección (como lo hicieron los observadores de la OEA), deberíamos partir del descrédito de nuestras instituciones (órganos electorales, partidos políticos y tribunal electoral); por un lado el Instituto Nacional Electoral, que no hizo cumplir los ordenamientos en materia de gasto y topes de campaña; los partidos políticos que carentes de propuestas y debate, se sumieron en una guerra de spots, de la que nadie salió bien librado y por otro lado las tardías resoluciones emitidas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; cuando para el caso, los periodos de campaña son perentorios, y urgen a dicho tribunal ha emitir sus determinaciones de manera pronta y expedita, cumpliendo con el mandato constitucional.

¿Por qué todo esto me parece una farsa democrática?, ¿por qué encuentro una falta de representación? Más allá de la corriente política, independientemente de la emisión del voto por tal o cual partido o candidato; los invito queridos lectores, a exigir de los titulares que dentro de poco ejercerán un cargo de elección popular, a que cumplan con su principal función, que no es otra que la de servir al pueblo de México; ejerzamos nuestro derecho de petición y exijamos transparencia en los recursos públicos, sin desistir del ideal, de la utopía de la democracia.

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