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Doble click: Ahí donde queman libros

Escribe: Vania Montes

“Ahí donde queman libros acaban quemando hombres”

Heinrich Heine, poeta y ensayista alemán del siglo XIX

Soy maestra y también amo los libros así que siento que eso me da un poco de autoridad para compartir en mi espacio que México es uno de los pocos países del mundo que distribuye libros de texto gratuitos a los estudiantes, y México es también de los pocos países del mundo que tienen enemigos para los libros de texto que nunca antes les habían importado.

Aunque en sentido estricto esto no es nuevo, los libros de texto gratuitos desde su aparición en los 50´s han sido siempre polémicos, como cualquier producción histórica que narra cuáles han sido las propuestas y posibilidades de los gobiernos; porque no olvidemos que la educación en México ha estado divorciada de la realidad, pero nunca de los intereses políticos.

La Nueva Escuela Mexicana no es comprendida y se le sataniza con palabras que no debían tener una connotación negativa como «ideología», facultad inviolable y garantizada desde nuestra Constitución en el artículo 6o y por qué no decirlo, también desde el diccionario: conjunto de ideas que caracterizan a una persona, escuela, colectividad, movimiento cultural, religioso, político, etc. Por favor responda esta pregunta en su mente: ¿si no es en la escuela donde se generan las ideas, entonces en dónde?

La semana pasada en San Antonio del Monte un grupo de mayas tzotziles, que en su mayoría no hablan español, quemaron los libros de texto gratuitos que debían llegar a 700 alumnos este 28 de agosto. Y me da pesar porque asumo que debían darle una oportunidad al nuevo enfoque de los libros y centrarse en la preocupación real: ¿los docentes estamos a la altura de las circunstancias? Sigo sin comprender qué es lo que propone este grupo que le apuesta a quemar libros como forma de resolver una carencia, porque carencias seguro tienen, pero ¿no se supone que nos educamos para ser un poco menos manipulables? entonces… (aquí imagino a un gatito corriendo en círculos persiguiéndose la cola).

Pues bien, gracias a esa expresión y muchas otras, los libros han sido tomados como whisky en tiempos de la prohibición. Sí, leyó usted bien. Ahora todo el mundo quiere tener uno para encontrarle un error o criticar el uso del lenguaje, etc. Padres de familia que de otra manera no hubieran rebasado el número de libros que lee un mexicano promedio, ya se chutaron (según ellos) más de 5; así que reconozcamos que no todo ha sido malo en relación a eso. No creo que los políticos hayan buscado cultivar de un jalón a los padres de familia, pero si esto fuera un concurso diría: ¡punto para la educación!

Fuera de la broma, algo que es de rescatar es que los ojos están puestos en los libros de texto, para bien o para mal, y que una preocupación que antes no se tenía, se tiene: ¿qué están aprendiendo los chamacos? Nooooo, pues ¡felicidades! Ahora, la invitación es a que con esta felicidad no sólo hablemos de sus contenidos, de su forma de implementar la Nueva Escuela sino también de toda la responsabilidad que tienen los cuidadores (sus familias/padres/madres) en su educación; por favor volvamos tendencia la reflexión y la crítica documentada, volvamos TT a los maestros que son expertos en el campo y que nos están explicando cómo lo que se busca es que la realidad y la educación por fin concuerden un poco. ¿Suena disparatado? Espero que no tanto como quemar libros sólo porque no les late lo que les dijeron que dicen.

Ahora, tomemos esta indignación o felicidad, lo que se desee, (porque aclaro que nadie le está diciendo qué pensar, ámelos si quiere, ódielos si quiere, pero lea) y revisemos las propuestas pedagógicas, muchas de ellas hechas por profesores que sí estamos frente a grupo y que de cierta forma ya lo veníamos haciendo por intuición.

Si vamos a subirnos al tren, que sea para ayudar a que esta nueva forma de presentar los contenidos sirva para valorar la comunidad y la pertinencia de los temas. Que aprendan a hacer y a ser. Los libros ya están, por qué no aprovechar si son tan malos como dicen para reforzar lo indispensable, lo más necesario diría yo; lo que como padres/madres toca: su autoestima, su empatía, sus proyectos, sueños y aspiraciones; refuercen su pensamiento crítico, escúchenlos, déjenlos pensar solitos, déjenlos decidir cosas que correspondan a su edad, ¿o no quieren formar personas felices con pensamiento autónomo? Existen muchas formas de impulsar a la educación desde lo que sí toca. Y por el bien de la educación, ojalá puedan darle a los libros el beneficio de la duda.

*Vania Montes es docente, coordinadora de opinión en changoonga.com, abogada, activista de Derechos Humanos y adoradora del rock argentino.

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