STAFF / @michangoonga
Haciendo uso de la retórica, Joaquín López Dóriga, en su columna para Milenio lanzó un ¡Que se joda Michoacán! Esto luego de detallar los problemas que desde el sexenio de Felipe Calderón han aquejado a la entonces cuna del Presidente de México.
A continuación reproducimos íntegramente el texto que ya se ha colocado como de los más vistos en la versión electrónica de Milenio.
Y ahora ¡que se joda, más, Michoacán!
EN PRIVADO
Joaquín López-Dóriga
Luego dan por concluido, y
exitosamente, lo que no han iniciado.
Florestán
Cada vez que se lo preguntaban, y aun sin hacerlo, Felipe Calderón narraba que su declaración de guerra al crimen organizado surgió de la petición que le hizo el gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas, siendo él presidente electo de México, en el otoño de 2006, cuando le explicó la crisis que vivía su estado, en manos del narcotráfico.
Y así y desde ahí, ya Presidente de la República, Calderón lanzó lo que sería su programa y narrativa central de gobierno: el combate al crimen organizado, partiendo de un gran operativo en Michoacán.
Este esquema se extendió a todo el país, y así se dieron los operativos del Ejército, de la Marina, de la Policía Federal, de la PGR, inspirados en el caso Michoacán.
Hoy, a más de seis años de distancia, la situación en Michoacán ha empeorado en todos los aspectos.
En materia de crimen organizado, pelean la supremacía y el control del territorio dos grupos: La Familia y los llamados Caballeros Templarios, quienes a su vez sufren el asedio del cártel Jalisco Nueva Generación.
Hay regiones completas de Michoacán en donde no es que el Estado haya sido rebasado por el crimen organizado, si no que ha tomado su lugar y sus funciones, desde venta de protección (seguridad) hasta pago de cuotas
(impuestos), que ya cobran directamente en las oficinas municipales en las autorizaciones de cualquier tipo de permiso.
Hoy Michoacán es un estado fallido, rehén de la delincuencia organizada pero también de las guardias comunitarias, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, de los activistas de ocho escuelas normales rurales, de las guardias de autodefensa, de grupos que ejercen una extraterritorialidad absoluta, como Nueva Jerusalén, y de una falta de gobierno agravada por la ausencia del titular, Fausto Vallejo.
En estas condiciones, Michoacán es un estado fallido y, a la vez, reto del gobierno de Peña Nieto.
Alguna vez lo dijo Ciro Gómez Leyva de Oaxaca, y yo hoy lo aplico a este caso: que se joda, Michoacán, estado fallido tras más de seis años de darle prioridad.
RETALES
1. MESAS. Esta semana se instalan las mesas de discusión en torno a las reformas política y electoral, derivadas de los adéndum al Pacto por México y que volvieron a sentar en ese mecanismo a los dirigentes de los partidos de oposición;
2. DEBUT. Todo indica que una de las columnas del desfile militar del próximo 16 de septiembre estará integrada por efectivos de la Gendarmería, la nueva policía nacional; y
3. IMPUNIDAD. Mientras el Congreso de Guerrero se plantea cancelar, no sé cómo, las 39 órdenes de aprehensión contra militantes de la CETEG, el gobernador Ángel Aguirre declaró que están en pie y no se van a suspender.