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El Belindagate y los buitres // By Rodrigo Santillán Cárdenas

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Por Rodrigo Santillán Cárdenas

El escándalo desatado por el mal uso y la mala decisión de aún no sabemos quién, de prestarle un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública a la cantante y actriz Belinda, ha sido aprovechada al máximo por los buitres políticos que pululan en el Michoacán contemporáneo.

Algunos de esos buitres son huérfanos de la hecatombe de corrupción, infiltración criminal, y crisis de violencia e inseguridad que se ensañó con Michoacán en la época del PRI, y tienen nombre y apellidos: Roberto Monroy, Roberto Molina, Guillermo Valencia, y varios más. Algunos de ellos de terribles recuerdos en su paso como funcionarios, otros, empresarios sanguijuelas del erario y el último un político de abiertas componendas con los Caballeros Templarios.

Editorial-ColumnasPero también buitres internos en el Gobierno, que aprovechan esta crisis de imagen para atizar el conflicto interno e incitar las guillotinas políticas. Aquí se perfilan algunos nombres: Rafael Servín, y el círculo que rodea a la secretaria de Turismo. Muchos quieren que se le corte la cabeza a la titular de Sectur, Liliana López Buenrostro, ya que han sido muchos errores. Quizás no se equivoquen, pero hay que dilucidar los intereses que subyacen en las mentes abyectas que están hambrientas de sangre política.

Para quienes piden patíbulos, hay que recordarles que la frivolidad ya era una marca de Roberto Monroy, quien dispuso en el 2012 de un helicóptero de la PGJE para que un equipo de filmación de Tv Azteca, pero la gracia de Monroy terminó en tragedia ya que la unidad se impactó en el Lago de Zirahuén y dejó un muerto, sin que hubiera un responsable de esos hechos.

Asimismo, ni en las peores épocas de Fausto Vallejo, cuando el narco campeaba a sus anchas y cogobernaba de la mano de Rodrigo Vallejo, cuando La Tuta ponía y quitaba, cuando la violencia se desató con la irrupción de las autodefensas, que desató una crisis de debilidad institucional y de inestabilidad en todas sus líneas, jamás renunció un solo funcionario de esa errática y lamentable administración.

Sería sano que se hicieran ajustes en la actual administración estatal, y que cundiera la prudencia en funcionarios como Liliana López Buenrostro, para evitar los excesos y las pésimas decisiones que terminan en escándalos.

También se tiene que decir las cosas en su justa dimensión: es un escándalo de farándula, de imagen, y no es una crisis política, social o de seguridad. Tampoco el tema del Belindagate puede opacar el impacto que tuvo la visita del Papa a Michoacán, la cual fue destacada por más de 20 medios de comunicación internacionales y fue la portada del órgano oficial del Vaticano L’Osservatore Romano.

Aquí hay un dejo descomunal de envidia de parte de algunos ex funcionarios del narco gobierno del PRI que quieren evitar que la actual administración tenga una proyección importante. Los buitres seguirán rondando, la carroña que obtuvieron no fue suficiente.


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