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El milagro de la paleontología// By @indiehalda

editoriales

Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental.  Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse. A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.
Oscar vive con su esposa, su biblioteca musical, su perro y su gato en el sur de la ciudad más guapachosa del hemisferio occidental. Una extraña mezcla de hipster, Godinez, otaku y cargador de central de abastos, Oscar opina de casi todo, regularmente sólo para quejarse.
A Oscar le gusta el post-rock, Haruki Murakami, los atardeceres, el Boing de tamarindo y -para su desgracia- todo lo que engorda, alcoholiza o es socialmente reprobable. Pero hey, se la pasa bastante bien. Su columna habla del acontecer económico, político, social y cultural del DF visto por un moreliano de corazón.

Por Oscar Hernández

A falta de 3 semanas para las elecciones intermedias, el grueso de las encuestas nos cuentan una realidad que resulta una bofetada para los críticos del régimen: el PRI y su comparsa el Verde se van a llevar estos comicios. Todos aquellos que hablan del voto de castigo, del despertar social y del hartazgo por el partido en el poder observan incrédulos cómo se desvanece la oportunidad de darle una lección al tricolor en las urnas, de poner en su lugar al organismo político que representa todos los males de la partidocracia nacional: el clientelismo, la corrupción, el paternalismo.

Y así, una opinión pública que se deshace en críticas al PRI y sus desatinos está logrando poco o nada para detener su poder en la forma de más curules federales y estatales, más gubernaturas, más presidencias municipales. Total, que el PRI es casi un hecho que saldrá del 7 de junio no sólo indemne, sino fortalecido.

¿Y Luego? ¿Dónde está la sociedad hambrienta de cambio, voraz ante las pifias de la clase política? ¿Dónde está el músculo ciudadano, ese que se agolpa en redes sociales y en las calles tan pronto algo no le parece? Palidece frente a la maquinaria de un instituto que lleva perfeccionándose 80 años y que, lejos de lucir como ese dinosaurio lento y anacrónico que nos pintan, parece más un depredador mejorado genéticamente, como ese que la nueva película de Jurassic Park nos presentará en unas semanas.

Estamos ante un milagro de la paleontología, donde un espécimen que todo mundo creía extinto se presenta ahora mejor que nunca, adaptado a las nuevas condiciones de su mundo y conservando todos y cada uno de sus garras y colmillos: CNTE, CTM, CROC… los aparatos que aportan millones de votos duros siguen ahí, rindiendo pleitesía al rey de la selva, que sólo fue a lamerse las heridas una docena de años para regresar tan imponente como siempre.

Con un organismo de tal magnitud y poder, resulta sencillo el entender por qué se extinguen las pequeñas especies que intentan pastar en los territorios del PRI: partidos ciudadanos y humanistas, o que se sostienen del mesianismo, guerreros de derecha e  izquierda e incluso esos Hare-Krishna de la política que dicen que no son ni lo uno ni lo otro y que por eso son mejores. Con excepción de MORENA, todos están destinados a ser devorados este junio, incapaces de convertir a las masas a su causa.

A sabiendas que hay una cantidad considerable de connacionales que no sólo aceptan el priísmo sino que lo aplauden, el paso natural hacia la alternancia es procurar entablar un diálogo abierto, inteligente y neutral. Imposible hacer cambiar un sistema sólido a base de insultos: no todo el que vota por el tricolor es un vendido, un palero, un cachorro del sistema. Las razones por las que un mexicano está a favor del oficialismo son mucho más profundas, y hacerlo cambiar de opinión no va a ser a base de pendejeo.

Cualquier cambio a profundidad que deseemos para este país –no sólo de partido en el poder- debe comenzar por agrupar los hartazgos, miedos y esperanzas de todos bajo un paraguas de conciliación que sea totalmente apolítico. Soy un convencido de que “la polaca” y sus mexicanísimas formas le han hecho un daño terrible a este país. Sólo la participación ciudadana puede cambiar las cosas, y para eso es esencial hacer primero que, valga la redundancia, la ciudadanía participe: integrar a los que desconocen, a los escépticos, a los remilgosos. No es sólo ir  a votar: la buena democracia requiere de trabajo y supervisión más allá del día de las elecciones.

No quiero seguir siendo testigo de cómo se fortalece el dinosaurio. Steven Spielberg me ha enseñado los últimos veintitantos años que darle poder y libertad a seres prehistóricos a la larga tiene consecuencias funestas.

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