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La crisis de los 25 (versión autobiográfica)// By Ruy Carreño

Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.
Soy Rodrigo Carreño, orgulloso “Terra-Calentano”, guerrerense de corazón, egresado de la Licenciatura en Derecho por la FES Acatlán de la UNAM; un tipo sencillo, apasionado por la vida; la curiosidad me hace vivir en una constante búsqueda, aprehensor de palabras y versos, amante de la poesía y de la mujer, como la obra más bella y perfecta de la creación. Mi perversidad es tan grande, que los haré diabéticos con tanta miel. En la patria de las letras, existe una revolución constante, limitar éste espacio sería atentar contra la libertad, aquí hablaremos de muchos temas poesía, arte, música, folclore, de lo cotidiano, política y de temas jurídicos de interés general; la imaginación encuentra sus límites en lo infinito.

Por Ruy Carreño

Aunque suene a confesión (que en parte lo es, debo admitirlo), este fenómeno psico-social también llamado “crisis del cuarto de vida”, está presente en gran parte de la población joven de entre 21 y 29 años de edad; dicha etapa coincide con la entrada a la vida adulta y la pesada carga de responsabilidades que conlleva.

“Alexandra Robbins y Abby Wilner, quienes escribieron “Quarterlife Crisis: The Unique Challenges of Life in Your 20s (La crisis del cuarto de vida: los desafíos únicos del veinteañero), aseguran que en esta etapa hay una crisis de identidad derivada de la transición desde la infancia hasta la edad adulta” (La redacción, Sin Embargo, 4 de mayo de 2013).

Ésta crisis emocional, viene acompañada de incertidumbre sobre el futuro inmediato, inseguridad laboral, estrés de origen financiero, problemas existenciales y aislamiento de las relaciones sociales; quizá esto último puede ser valorado en pro de esta etapa, pues nos da un periodo de reflexión y análisis, para repensar el camino a seguir y poner las cosas en la balanza, valorar el trabajo, las relaciones de pareja y los amigos; pero ¿qué es lo que realmente nos preocupa a los 25´s?

A mi juicio, anteponemos el buscar ser productivos, económicamente activos; todo lo demás llega con ello. Sin embargo, ¡todo, todo está pensado dentro del maldito sistema económico! (eso es algo que a la fecha no he entendido); el propio sistema nos empuja a ser parte de las relaciones de producción; de ello deriva el estrés financiero, como la principal queja de la población joven, en un país donde las oportunidades laborales son escasísimas; pues según datos del INEGI, el 47.1 % de los jóvenes trabaja y el 26.7 % estudia; en razón a ello se desprende que el 26.2 % restante “ni estudia ni trabaja”; para el gran capital y sus expertos, el 26% de estos compas son improductivos.

Dentro de este contexto; en días pasados leía una nota de la Jornada, en la que Janne Teller (escritora de origen danés) decía para éste medio que actualmente los jóvenes viven “muy estresados en una sociedad que les exige demasiado, que los vuelve extremadamente competitivos; quieren ser los mejores en algo y lo logran, pero a los 5o minutos aparece alguien mejor que ellos” (Carlos Paul, La Jornada, jueves 12 de marzo de 2015, p. 5); lo cual es cierto y comparto; tal parece que la calidad humana se mide en base al éxito y no a la felicidad en sus términos más amplios.

Después de todo este choro; a mis 25, como recién graduado (y a sabiendas de que ¡hay qué pagar el título!, ¡la cedula! etc., etc.), les puedo decir que estoy surfeando las gigantescas olas de la “crisis del cuarto de vida”; debemos ser combativos de todas las contras, y como único consejo les puedo decir: “No te rindas que la vida es eso / continuar el viaje / perseguir tus sueños…” (Mario Benedetti).

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