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El Daruma

Por Fernando Juárez «El Sargento»

Hombre sabio sin estudios, interesado en la lectura y en lo paranormal, conductor de un Podcast de corte esotérico, sus principales objetivos son lograr entender un poco más con cada día que pasa, ver coronarse campeón al Atlante y llegar a tener una colección de libros que si bien no compita con una biblioteca pueda ocupar un cuarto de 3 por 3, eso sí, todos leídos y comentados. Espacio dedicado a la sugerencia de lecturas de diversos temas, a la especulación de temas paranormales, reflexivos y misteriosos, sitio donde se abordaran cuestiones que bien pueden creerse vánales o irreales pero que todos en algún momento han escuchado, leído o vivido
Hombre sabio sin estudios, interesado en la lectura y en lo paranormal, conductor de un Podcast de corte esotérico, sus principales objetivos son lograr entender un poco más con cada día que pasa, ver coronarse campeón al Atlante y llegar a tener una colección de libros que si bien no compita con una biblioteca pueda ocupar un cuarto de 3 por 3, eso sí, todos leídos y comentados. Espacio dedicado a la sugerencia de lecturas de diversos temas, a la especulación de temas paranormales, reflexivos y misteriosos, sitio donde se abordaran cuestiones que bien pueden creerse vánales o irreales pero que todos en algún momento han escuchado, leído o vivido.

Se dice que hace casi 2000 mil años, existió un monje indio de nombre Bodhidharma, nacido en Pallava, un reino del que ahorita no queda ni el código postal, hijo de un rey, destinado a convertirse en gobernante en cuanto muriera su padre, pero que desde muy temprana edad comenzó a mostrar interés por la vida religiosa y la fe.

Cuentan las leyendas que Bodhidharma se convirtió en discípulo de un gran maestro budista, que le imponía terrible castigos para que pudiera acceder al estado de la iluminación, uno de tantos días el maestro se murió y Bodhidharma comenzó a vagar por toda Asia, emulando al heroico Remi, con el objetivo de lograr descubrir la iluminación.

En uno de esos viajes llego a China, su fama lo seguía a todos lados y fue llevado a la corte del emperador, quien le pidió que le explicara las bases y fines del budismo, Don Bodhi comenzó con una catedra digna de la Universidad Anáhuac y el emperador que apenas y sabia escribir su nombre con pluma no entendió nada.

La frustración fue tanta que el buen Don Bodhi se salió como quinceañera haciendo una escena y se recluyo en las montañas.

En ese encierro donde solamente tenía unos pocos mendrugos de pan y agua Don Bodhi adopto la posición de flor de loto para poder reflexionar y meditar, los días pasaban y no lograba inspirarse por el cansancio y el sueño y en uno de esos momentos de grandes ideas que todos hemos pasado, se le ocurrió la magnífica idea de arrancarse los parpados para no distraerse ni perder tiempo durmiendo.

Se dice que se arrancó los parpados y en donde cayeron los pellejitos sangrientos empezaron a surgir las primeras plantas de té verde de todo el mundo, continuo meditando y pasaron 10 años sin que se moviera para ir al baño y se cuenta que los brazos y las piernas se le desprendieron por no haberlas usado durante tanto tiempo, pero aun asi se mantuvo erguido y como la vida es grande fue en ese momento que solamente era un torso que por fin comprendió todo el universo y se ilumino y se volvió un ser de luz.

Daruma. Foto: Agencias. Archivo.
Daruma. Foto: Agencias. Archivo.

Para conmemorar tan bella historia que ejemplifica la necedad humana actualmente se venden unas cositas llamadas Daruma que son una especie de piñatitas rojas que representan al grandísimo Don Bodhi al momento que perdió sus extremidades.

Los Daruma se venden sin ojos porque se supone que sirven para conceder deseos, al momento de formular el deseo se le pinta un ojito y cuando se nos cumple se le debe de pintar el otro ojo, en teoría solamente se puede usar un Daruma al año, pero hay gente que usa muchísimos.

Si no cumplimos nuestro deseos u objetivo en un año debemos quemar al Daruma en una ceremonia a final de año o enterrarlo en un jardín, porque si no se supone que tendremos mala suerte.

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