Lo Que No Se Dice Del Festival Internacional de Cine de Morelia
By @ellycastillo
Hay un hecho tácito en torno al Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y la ciudad que lo alberga. Y es que cada vez hay más morelian@s que manifiestan algún malestar con su realización.
Paralelamente, en cuanto emergen algunas críticas o cuestionamientos hacia la realización del Festival surgen defensores intensos del mismo, que a la primera oportunidad lanzan des-calificativos de “resentimiento social”; “lo dices porque no puedes entrar a las fiestas”; “te opones al desarrollo del turismo”…las mismas focas que aplauden por aplaudir, con cualquier pelota que les avienten.
Lo que estas focas no comprenden, es que el FICM se hace con dinero público, con dinero de sus y mis impuestos, y ese único fundamento me basta para preguntar: ¿Qué chingaos hacen con mi dinero? ¿Cómo es que se lo gastan?
Mi postura de cuestionamiento -más que de rechazo al FICM- está por encima de los detalles banales, como lo son las fiestas elitistas y el desfile de juniors e “influyentes” que vienen a vacacionar a Morelia, con dinero del erario.
Con 13 años de periodista, solo dos más de los que tiene el Festival, me han dado la oportunidad de seguirlo de cerca, y en ese sentido puedo decir que no me he quedado con ganas de nada, de ahí que he acumulado una serie de datos y versiones que me permiten escribir este texto.
Claro, comprendo la molestia de much@s morelian@s quienes ven en los visitantes una especie de “invasores”, una semana “llena de hipsters y wannabes” que disfrutan de todas las comodidades de una ciudad incómoda para sus habitantes; que mientras hay jóvenes que se matan los 365 días del año para medio sobrevivir y nunca tienen la posibilidad de disfrutar de la Morelia “bonita” y menos tienen acceso a su escasa –y selectiva- oferta cultural, en su cara se pasean chavit@s pretenciosos, que no son turistas en el sentido de que no generan derrama económica, pues ya vienen con “los gastos pagados” por quien sabe quién.
Nadie le quita la enorme valía que tiene el Festival, que junto con el de Guadalajara es considerado como de los más importantes en el ramo, para ofrecer una cara distinta a la que los noticieros muestran cada día de Morelia: bloqueos, marchas, manifestaciones y más bloqueos y más marchas y más manifestaciones.
El problema viene sobre lo que hay detrás del FICM, “un festival tan, pero tan internacional, que es para todo el mundo menos para la gente de Morelia”; o lo que es lo mismo, “en los detalles está el diablo”. En política, la forma, es fondo, y el Festival, es política, no sólo “cultura y arte”.
Cuando le cuestioné eso a Cuauhtémoc Cárdenas Jr., vicepresidente del Festival, este contestó como buen político – a final de cuentas, Cárdenas- y, aparte de negar tal percepción, con demagogia señalaba que había funciones gratuitas y al aire libre, como si eso fuese suficiente para generar una vinculación directa entre sociedad-evento.
El FICM nació y creció como una idea de juniors para juniors. De los Ramírez y los Cárdenas, para sus amigos. Con actitudes como “Nosotros los internacionales, ustedes los locales”, con fiestas orgiásticas -en todo el sentido de la palabra- de una élite proveniente del Distrito Federal. De ahí que los mejores años del festival fueron sus primeros cinco, hasta la llegada de Leonel Godoy, pues siendo este más desapegado a la farándula y al glamour de las cámaras, empezó la restricción de “cartera abierta”.
Sin embargo, siempre se ha distinguido por no tener ese arraigo con los morelianos. No basta hacer funciones públicas gratuitas y vender boletos con anticipación al público local (este último argumento es bastante idiota, pues sino ¿quién va a llenar las salas? Ni modo que muñecos…)
Al respecto, he platicado con empresarios, con comerciantes, hoteleros, políticos y el público de a pie. Ellos son quienes me han dicho que el FICM no representa ninguna ganancia para Morelia, pues simplemente todo el dinero que se invierte en el mismo, va a parar al DF.
En su mayoría, todo lo que se maquila y se contrata en torno del Festival, desde las impresiones hasta la transportación de los huéspedes y visitantes distinguidos, se contrata en la Ciudad de México. “Es parte de los negocios de los Cárdenas en el DF” me confió alguna vez un político del mismo PRD.
“Nada del dinero del Festival se queda en Morelia. Los que ganan algo son los restauranteros y los hoteleros por obvias razones, pero la derrama económica no existe, no es real. La mayoría de los visitantes vienen con sus gastos pagados, pero tú no ves que se mueva el dinero aquí”, me compartió un empresario local instalado en el Centro.
Este año como el pasado, las autoridades señalaron que el gobierno de Michoacán aportará nueve millones de pesos y según Cuauhtémoc Jr. este dinero se multiplicará por 10 para generar una derrama de al menos 90 millones de pesos.
Si eres, vives en, de Morelia, hagamos un simple ejercicio de memoria: ¿has notado que el dinero fluya durante y después del FICM? ¿Sientes una reactivación económica tras la realización del Festival? ¿Circula más dinero que en el Día de Muertos, la siguiente festividad importante?
Así pues, estas son las cosas que no se dicen del Festival, y que la encargada de prensa del Festival, Yotzmit Ramírez se había ofrecido a aclararme, aunque después al parecer olvidó el asunto, no sin previamente negar enfáticamente lo antes afirmado por los personajes citados:
-¿En qué se invierte el dinero público que el gobierno le entrega al FICM?
-¿Qué tanto se maquila en el DF?
-¿Cuántos invitados son financiados por el FICM? Y no me refiero únicamente a los “especiales”
-¿Cuánto dinero en total ha recibido durante estos 11 años el FICM de parte del gobierno de Michoacán?
La opacidad con la que se maneja el FICM no es extraña, es un sello de los Cárdenas. Lázaro siendo gobernador, restringió la ley de transparencia estatal. Su hermano y vicepresidente del Festival no ha entregado informes del por qué se ha tardado la remodelación del teatro Matamoros que debió estar lista para los festejos del Bicentenario. Por el contrario, Cuau Jr. ya dijo que le faltan otros ¡100 millones de pesos! para culminar la obra, no obstante gastó dinero en cosas superfluas como contratar modelos y realizar una sesión fotográfica para colocar gigantescas lonas que tapaban la remodelación y darle «caché».
En fin, el FICM sin duda continuará su camino, pero en algún momento tendrá que rendir cuentas, porque manejan dinero público aunque quieran elevarse a una esfera privada. Corte y queda. Aviéntenme a las focas…
Cosas que ahí están pero a nadie le interesan:
Hablando del FICM, recuerdo cuando Paco Medina, dueño de Altozano, le pidió, le exigió en su cara al mismísimo presidente Felipe Calderón que el Festival también se proyectara en el complejo Cinemex. Al pasar los años sólo puedo decir: jajajaja.
Truchas: Para películas de suspenso, la que está realizando Fausto Vallejo con su retorno. Lo que es un hecho, Peña Nieto no lo quiso recibir.
Changoonga.com no necesariamente adopta como suyos los choros, chorizos, morongas y chistorras publicados en ella y deja en sus respectivos padres (autores) la responsabilidad de todas las barrabasadas y debrayes que aquí plasman, producto de las ardillas hiperactivas que habitan en sus macetas. Si te gusta, ¡dale like y comparte!