Del mame como ars vivendi II
Por Alberto Luquín
Hace una semana escribí acerca de cómo el mame se ha convertido en el discurso predominante en las redes sociales. Facebook y Twitter han hecho del ciberespacio el reino de la doxa. Mientras esté al alcance una conexión a Internet, se puede opinar sobre cualquier cosa sin que ello signifique que se conoce el tema.
Tal vez uno de los acontecimientos más importantes en lo que va del año fue el estallido por acumulación de gases en la Torre Ejecutiva de PEMEX, del que ya dije bastante. Lo divertido, como siempre, es el mame, el cacareo inagotable: complot sionista (Jalife), cortina de humo, autoatentado.
Elija usted y descubrirá que, casi siempre, para quien sostiene estas hipótesis la mejor prueba es la ausencia de toda prueba. Empieza marzo y seguimos esperando a que los ñoños cheetófagos de Chaironymous presenten, como prometieron en su infinito mame, los documentos ultrasecretos de la SEDENA que comprueban el autoatentado.
Hablando de petróleo, llegan noticias de Venezuela, ese paraíso donde gobierna un zombi y el mame asegura que se puede llenar el tanque de gasolina con un dólar: inflación de dos dígitos, devaluación de casi un 46% y, dado que casi todo se importa, escasez galopante. Es difícil conseguir azúcar, harina, leche, carne y hasta papel higiénico.
Varias noticias llaman mi atención: mientras el país se cae económicamente, la revolución socialista bolivariana se vuelve mística. Ante la enfermedad del amado líder, sus partidarios convocan a misas públicas o a iniciativas tan coloridas como el #GlobazoCandanguero: soltar globos rosas para así atraer la buena vibra y curar al dictador.
Para colmo, anda por ahí la Nobel Rigoberta Menchú, quien en plenitud del mame místico realiza “rituales mayas milenarios” que, asegura, infaliblemente devolverán la salud a Mico Mandante.
Una joven, de nombre Renata, desaparece misteriosamente. Aseguran haber visto cómo era levantada por individuos que viajaban a bordo de una camioneta negra. Un secuestro. Trata de blancas. Hija de ricos, seguro debía algo. Todo es culpa del PRIAN. La realidad es menos interesante: la chica peleó con sus padres y decidió esconderse con las monjitas de nuestra provinciana capital.
Un simple berrinche que muestra algo, a la vez, ridículo y preocupante: en México parece imperar no el peso de la evidencia, sino el boca a boca: “conozco a alguien que vio”, “el primo de un amigo me dijo”, “salió en Internet”, “no lo verás en Televisa”. Parloteo incansable que no nos deja escuchar.
La próxima semana, según el espacio disponible: la Gaviota, Peña y el protocolo, la renuncia del Papa, la falsa muerte del Chapo Guzmán, el arresto de Elba Esther.
Posdata: He descubierto que algo admiro en los chairos: su inmensa capacidad para vivir entre cortinas de humo y no asfixiarse. Que intenten arreglar el mundo emitiendo opiniones desde su permanente hipoxia es otro asunto.
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