STAFF/ Colab. Esp. Eliza Flores
Cristopher un niño de 12 años trabaja en la calle Andrés del Río en las afueras del Mercado Independencia, en conjunto con su hermana y su cuñado venden lo que pueden.
Durante la cuarentena intentaron vender hamburguesas y hotdogs para mantenerse, sin embargo las autoridades no les permiten trabajar.
La familia de Cristopher no está protegida bajo ninguna organización de comerciantes, a veces salen a caminar vendiendo bolsas para la basura o cables para celulares.
Omar y Leilani son hijos de comerciantes de artículos de mercería, ellos vinieron a la marcha a alzar la voz por sus amigos, y por los papás del Mercado Independencia, comentan en exclusiva para Changoonga.com “el local de mis papás si está abierto, pero la gente no entra a comprar, las cosas en casa están duras, imagínate cómo están los papás de mis amigos que tienen sus locales cerrados”.
La familia de William y Diana venden plantas afuera del mercado, los días jueves y domingos, William nos cuenta “yo le ayudo a mi papá, me dice pásame una bolsa, atiende a la señora, traíme la tierra o dales el cambio”, él tiene 9 años, aprendió a caminar y hablar en el mercado, dice amar a todos sus amiguitos “yo no quiero que nadie de ellos tenga hambre”.
Los niños de los mercados crecen rodeado de trabajo, colores y juegos entre cajas y cartones, están poco tiempo en casa, su infancia se va en la escuela y los pasillos del mercado o sobre ruedas, tienen una agilidad en muchas de sus capacidades físicas y mentales, sin niños sanos y felices, sin embargo en esta cuarentena han conocido el lado duro del comercio al ver a sus padres desesperados en casa sin poder trabajar.