JournalRebel… El Día Que Comenzó La Revolución
Fátima no volvió a la escuela e Ingrid no regresó a viajar, como Nilda jamás se graduó de veterinaria Yuni no ejerció como abogada...
By: Itzia Ramos
Érase una vez un país tan machista,
que cuando 10 mujeres eran asesinadas al día
los mismos motivos, a fin de cuentas,
el mismo perpetrador,
todos volteaban a otro lado.
Las mujeres, acostumbradas,
cargábamos gas pimienta
aunque fuera ilegal,
nos avisábamos cuando llegábamos a casa,
ignorábamos los silbidos en la calle
y las manos debajo de la falda,
¿para qué gritar?
si nadie nos iba a ayudar.
Somos más,
pero no importábamos.
Ciudadanas de segunda clase, decían,
la doble jornada no es trabajo
es obligación,
un orden natural que nos relegaba al silencio,
propiedad pública nuestros cuerpos
creación más hermosa del Universo
que sólo sirve para ser admirada,
qué bien te ves así,
callada.
Y entre los silencios,
cuando nadie estaba viendo,
comenzamos a hablar.
Compartimos nuestras violencias
hasta entender que eran las mismas,
lloramos nuestras pérdidas
y a las que ya no nos podían escuchar.
La rabia creció,
como una semilla plantada por el miedo
como una promesa a nuestras pequeñas hermanas
que ellas no pasarían
lo que nosotras habíamos pasado,
que serían libres
y haríamos lo que fuera necesario,
para que no faltara
ni una menos,
ni una más.
Salimos a las calles.
Niñas, jóvenes, madres
doctoras, comerciantes
periodistas, amas de casa
mujeres mayores, indígenas, estudiantes,
las que llevaban años luchando
las que apenas ayer se habían enterado,
éramos miles
de Norte a Sur, Este a Oeste
desde cada rincón y desde cada trinchera
nuestros gritos eran uno,
habíamos despertado
al fin, habíamos despertado.
Colgamos tendederos con nuestras historias
les quitamos el privilegio de nuestro silencio,
llenamos las calles de nuestras consignas
rostros de las que se llevaron
vidrios rotos del Congreso,
y entonces,
sólo entonces
desaparecimos.
El mundo despertó sin nosotras.
Los autobuses se vaciaron
las escuelas cerraron,
¿quién diría que ocupaban maestras
para enseñar?
y como Imelda jamás atendió a otro paciente,
como Fátima no volvió a la escuela
e Ingrid no regresó a viajar,
como Nilda jamás se graduó de veterinaria
Yuni no ejerció como abogada
e Isabel no pintó más…
le preguntamos al mundo
¿qué harían si fuéramos todas?
¿qué harían
si ninguna regresara a casa?
Érase una vez un país tan machista
y aún así, por un momento
tuvo que callarse.
Sus mujeres
en la calle mano y mano
siendo mucho más que dos,
dijeron
«lo único que queremos
es ser libres”
Y podrás decir que nada ha cambiado
pero mientras ocho mil mujeres corean
“no estás sola”
no puedo evitar pensar que algún día
nada será igual.
Nunca volveremos a callar.
Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe columnas en su tiempo libre.