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Ciudadanos Emergentes… La Insensibilidad de los Políticos

Seguro que la inagotable sabiduría popular, cuyos dichos convierten las realidades recurrentes en proverbiales, no tardará en acuñar alguna frase sobre la falta de sensibilidad --por no escribir de humanidad-- de la nueva clase política. Y es que nuestros representantes democráticos no pierden ocasión de demostrar que tienen el alma tan dura como los rinocerontes la epidermis

By: Lic. Arturo Ismael Ibarra

Durante los últimos días sobran ejemplos que los retratan.

Se dice que los políticos deberían estar revestidos de una sensibilidad exquisita, como la de los artistas más finos.

Nunca como antes la sensibilidad de la gente por la política había estado tan a flor de piel. Son altos quilates de vigilancia que la ciudadanía mantiene sobre la conducta y el comportamiento de los partidos y sus organizaciones. A ello ha contribuido, sin lugar a dudas, la crisis política, institucional y democrática por la cual atraviesa la república. La falta de un sistema estable de gobierno, la debilidad de las instituciones y los errores de una gestión pública caracterizada por la malversación de fondos, improvisación en las acciones y una lucha entre enemigos y no entre adversarios. Una diatriba de injurias e insultos propios de lenguajes de baja calaña y terminologías vulgares o simplemente mediocres. Obviamente, a esta situación han contribuido las redes sociales. El libertinaje que desde allí se hace práctica y la formación de empresas digitales que se contratan para ejecutar campañas de descrédito e improperios. ¡Entonces, la antipolítica toma asiento!

La ausencia de un debate programático. La deserción de ideales supremos. El discurso referido a situaciones puntuales y casuísticas como consecuencia de tramas y estrategias políticas propias de una querella simplista y simulada. Polarizada y vehementemente declarativa y mediática. Donde surgen las confabulaciones y el complot entre y dentro del gobierno y la oposición. Marcadas por deseos y apetencias de rivalidades personales y muchas veces mezquinas. Arengas sin objetivos ni metas alineadas en ningún plan estratégico de acciones y resultados. Una lucha política sin tesis ni antítesis que pueda valorar su pragmatismo y aplicación cierta en la realidad socioeconómica estructural y coyuntural. Lo que prevalece en el discurso es el objetivo de desacreditar moral y políticamente al adversario. Una riña causada por la emulación entre unos y otros. Sin base en la concepción de un desarrollo sostenido e integral.

La división del liderazgo opositor. Que cabalga sobre las diferencias entre unos y otros grupos. Tanto como en los piques personales y en las batallas de exterminio que protagonizan sus dirigentes. Todos quieren ser el líder pero no hay ninguno que unifique. Difieren en el enfoque, la estrategia y en los objetivos. Cada quien por su lado construyendo su parcela. Al final, un archipiélago de grupos opositores y mil caminos por andar. Desacreditados por lo demás ante la ciudadanía. Carecen de confianza y pocos logran interesar. Les une la lucha contra el chavismo hoy incrustado en el gobierno. Pero no se ponen de acuerdo en los medios para derrotarlo. Allí hay de todo. Electoreros, abstencionistas, golpistas y buscadores de sanciones y cerco internacional. Pudieran capitalizar a la mayoría que está contra el gobierno (entre el 70% y 80%). Pero sus errores, fractura y rencilla interna se los impide. Un gobierno guarnecido en sus propias sombras, débil popularmente y aislado internacionalmente. Con una población en contra, pero sin un proyecto alternativo y unitario que lo combata con fuerza.

La crisis económica. La alta hiperinflación que devora sin contemplación los ingresos familiares y hace indigentes a los mismos de la fuerza activa de la economía. Aquellos que gozan de un sueldo o ingreso semanal, quincenal o mensual. Una inflación del 110% durante el mes de mayo, según la Asamblea Nacional. Cada día aumentan los precios y el valor del bolívar se descapitaliza en horas. Esta crisis, cuyo responsable es el gobierno, ha aumentado considerablemente la atención de la gente en los políticos gubernamentales. A ellos les echan la culpa en forma directa y sin eufemismo. Por eso su impopularidad y descrédito público. Empeñados en implantar un modelo de gobierno de los pobres y producen pobres. Incluyente y excluyen status sociales, tales como los A, B y parte de C. Democrático y mantienen presos políticos por sus ideas.

El grado de sensibilidad política de una nación se mide en sus emociones y pasiones ante los asuntos públicos. En su cuidado constante a sus expresiones y efectos en la vida de las personas. Es un estado de conmoción social y de máximo interés en los asuntos políticos. Que involucra no solo sus sentimientos sino también sus inquietudes. Es el tema de conversación que atrapa y obsesiona perturbando actitudes y opiniones.

¿Nos merecemos esto?

 Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Catedrático de la misma. Preside la asociación civil Bien Común Michoacán, Abogado de Laborissmo, “Por la Mejora en el Ámbito del Trabajo”. Secretario General del Foro Política y Sociedad.  Maestrante de la maestría en ciencias, con especialidad en Políticas Públicas del instituto Iberoamericano de Desarrollo Empresarial (INIDEM)

 Correo electrónico de contacto arturoismaelibarradavalos@hotmail.com

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