STAFF/Marina Alejandra Martínez
Durante casi 20 días, Morena Michoacán permaneció acéfalo, aunque su dirigente estatal, Juan Pablo Celis Silva, mantuvo en secreto su renuncia ocurrida el pasado 5 de noviembre.
Fue hasta que la presión mediática y de la militancia creció, por lo que se realizó el Consejo Estatal, para la renovación de su dirigencia, que, el político decidió enfrentar los cuestionamientos, pero lo hizo en un entorno peculiar.
El acto, lejos de aportar claridad, generó más dudas.
Celis Silva, al ser interrogado, evitó responder directamente y se limitó a señalar que su renuncia se realizó «en apego a los estatutos del Comité Ejecutivo Nacional».
Sin embargo, las acusaciones de incertidumbre por su decisión de ocultar su salida no fueron bien recibidas por la militancia disidente, ni por sus contendientes internos.
La diputada Itzé Camacho Zapiain, quien participó en el proceso para sucederlo, lamentó que se hayan «escondido» la fecha y circunstancias de la renuncia de Celis Silva.
Señaló que, la opacidad podría tener consecuencias graves para Morena de cara al 2027.
Mientras tanto, el espectáculo de gritos y evasivas fue el telón de fondo de una escena que parece reflejar el caos interno del partido en el Estado.
Las preguntas insistentes de los medios se ahogaron en un coro de “unidad” que no dejó espacio para respuestas claras.