STAFF / Alejandra Hernández-@AleSolAleLuna
El Panteón Municipal se llenó del color naranja característico del Cempasúchil, donde las tumbas y mausoleos, desde el más sencillo está el más grande, fueron decorados por los familiares en el último día del regreso de las ánimas.
Desde los nichos para cenizas, hasta las tumbas a ras de suelo, fueron decoradas, entre los cuales, algunas familias destacaban por los miles de arreglos ante la partida reciente de algún ser querido.
En las pequeñas avenidas del campo santo iban y venían las personas con y sin cubrebocas, las más preocupadas las de la tercera edad y las menos algunos jóvenes.
Los asistentes al campo santo, pasaron primero por la larga fila para ingresar a ver una vez más el recuerdo que queda de sus familiares fallecidos, con un filtro sanitario en la entrada pero sin mucha vigilancia sanitaria adentro.
Entre tanto cempasúchil, nube y terciopelo, destacaban aquellas tumbas que no tenían ningún sólo arreglo, algunas viejas y abandonadas y algunas otras donde al parecer están toda la familia.
Los que ya partieron tenían en su tumba una vez más a la familia reunida, algunos con bebidas refrescantes, algunos otros con sombrillas o resguardándose del sol en los grandes árboles del Panteón.
Todos nos vamos alguna vez para siempre, sin embargo, en México y en el hermoso estado de Michoacán perdura esta gran tradición que mantiene viva el alma de nuestros seres amados que partieron de esta vida y cuyo consuelo queda en ofrecerles una cena más cada año en memoria de su recuerdo.
