Recuperando la utopía…Michoacán, a un año del triunfo
Escribe: Roberto Pantoja Arzola
El pasado 6 de junio se cumplió un año de la elección en la que se renovaron los poderes en Michoacán y en la que la mayoría de las michoacanas y michoacanos salieron a las urnas a manifestar su deseo de transformación, otorgando su confianza al ahora gobernador del estado, Alfredo Ramírez Bedolla.
Este hecho fue producto de una serie de factores que arrojan luz sobre los derroteros de un nuevo gobierno que se ha impuesto la tarea de amalgamar las esperanzas y anhelos de la sociedad michoacana y con ello reconstruir la confianza de esta hacia su gobierno.
El primer elemento para entender el contundente triunfo de la Cuarta Transformación en la entidad es el desgaste que padecía la administración silvanista en su relación con la ciudadanía, mismo que se fue trasladando hacia la campaña del candidato del PAN – PRI – PRD, del cual el gobernador se convirtió de facto en coordinador y vocero. A ello, se agrega la positiva evaluación que tienen los ciudadanos de la entidad hacia el presidente Lopez Obrador, quien endosó su bono de popularidad hacia el abanderado morenista michoacano Ramírez Bedolla.
Las peripecias de una campaña con el tiempo en contra y con un árbitro que claramente había tomado partido, así como con el gobierno estatal actuando en territorio en favor de Herrera Tello; fueron sorteadas con talento y liderazgo de parte del ahora titular del ejecutivo; pero los retos de la encomienda que delegó la ciudadanía para la nueva administración estatal son mayores aún.
En medio de una crisis de violencia e inseguridad, con amplias franjas del territorio estatal entregadas a los grupos criminales, con una actividad económica reducida a unas cuantas ramas de la producción que muestran dinamismo y en medio de una pandemia que agudizó diversas problemáticas sociales; saltaba a la vista la emergencia de la condición en la que había sido heredado el estado.
Pero quizá la primera problemática y la condicionante de la atención a otras tantas, era la restauración de la credibilidad hacia las instituciones públicas del estado. Silvano Aureoles había convertido su investidura en un ariete de ataque hacia la figura del presidente Lopez Obrador y en reiteradas ocasiones puso en vilo a la estabilidad política de Michoacán, amagando con pedir licencia para lanzarse a una aventura electoral en la sucesión de 2018, justo cuando el gobierno de la entidad venia saliendo de una consecución de interinatos.
Rehabilitar la condición del liderazgo y la interlocución de la figura del gobernador del estado, resultaba un imperativo para dar paso al concurso de esfuerzos en la búsqueda de soluciones a las problemáticas de Michoacán, y hoy parece que hay pasos firmes en ese sentido.
Con el restablecimiento de las relaciones y la coordinación del gobierno estatal con la federación, tareas estratégicas que se habían relegado como la federalización de la nómina educativa o el traslado de las oficinas del IMSS a la entidad, parecen tener ya una ruta de certeza. Del mismo modo, el desdén que había permitido que grupos criminales se hicieran del control de regiones enteras; ahora ha sido sustituido por estrategias integrales y de concurrencia de esfuerzos para la restauración del orden y la paz en esas zonas.
A un año de la concreción de una nueva mayoría en Michoacán, los retos parecen monumentales, pero el más básico: la condición necesaria de la confianza hacia el gobierno, se ha restablecido. La legitimidad y el bono democrático de Ramírez Bedolla está siendo un instrumento de gestión que abre espacios para la suma de esfuerzos. Sus resultados, llegarán pronto. Siempre de la mano y contando con el respaldo del titular del ejecutivo federal, quien a dado muestras de tener un cariño especial por esta tierra que a participado activamente en los tres grandes movimientos históricos de la vida pública de México y, en el ánimo de dar su voto de confianza, apoyar y consolidar este último al que el Presidente López Obrador a llamado la Cuarta Transformación.
Roberto Pantoja Arzola es titular de la Delegación de la Secretaría de Bienestar del Gobierno de México en el estado de Michoacán de Ocampo desde el 2018.
Del 2015 al 2018 se desempeñó como presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena en Michoacán.
Abogado, egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y Maestro en Docencia e Investigación por la Universidad Santander.