Cinema Dude…Mientras Dure La Guerra
Drama de época que narra el dilema del escritor Miguel de Unamuno cuyo apoyo inicial por los falangistas durante la Guerra Civil Española, pronto se transformó en repudio.
By: Héctor García Ramírez
Al iniciar el conflicto, Unamuno era rector de la Universidad de Salamanca y quizá el intelectual español más célebre de su tiempo. Católico y antimonárquico, se ganó el destierro en 1924. Instaurada la República en 1931, se desilusionó; la tachaba de revanchista e incapaz de asegurar el orden. Tres años después, cuando estalló la rebelión, el escritor creyó que era una necesaria vuelta al orden y apoyó públicamente a los militares sublevados.
La película tiene un ritmo adecuado, es sencilla y accesible -quizá demasiado-. Es la historia de un hombre que quiere mantenerse fiel a sus principios, pero se ve rebasado por las circunstancias. Ninguno de los bandos que se disputan España comulga con esos principios, al menos no de la manera en que él quisiera; y su falta de pragmatismo por relegarlo al ostracismo.
Aunque la cinta se ubica en los años treinta, el director y escritor Alejandro Amenábar lanza algunas reflexiones evidentes sobre el presente. La España de aquel tiempo era una sociedad profundamente polarizada que, en su anhelo por el orden dejó abierto el paso para el ascenso de la extrema derecha. Los líderes rebeldes eran tipos ricos no muy inteligentes; la película los retrata como personas de pocas luces que dan risa la mayor parte del tiempo, pero capaces de cometer horrores. Por contraste, los jóvenes soldados que están a su cargo son fanáticos convencidos carentes de pensamiento crítico. Cuando uno de los personajes escucha sobre la “conspiración judeo marxista masónica”, replica con incredulidad “¿quién se puede creer eso?”, la escena se corta y vemos la cara de lelo de Franco. Amenábar está hablado de nuestro presente.
El discurso final de Unamuno el Día de la Raza, rodeado de fascistas, carece de la empalagosidad del cine gringo. “Venceréis, pero no convenceréis”, le dice a una multitud que no está preocupada por convencer a sus adversarios, sino por exterminarlos. Las razones del filósofo llegaban demasiado tarde, el tiempo de la guerra que todo lo consume había llegado. A partir de no había vuelta atrás, no habrá vuelta atrás.