By: Saúl Mora
“Traten a los demás como ustedes quisieran ser tratados”
Jesús de Nazaret
El pasado domingo 24 de enero de 2020 por la tarde, en su cuenta de Twitter, el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, informó a su pueblo que había resultado positivo a Covid19, es decir, que había contraído la enfermedad conocida como Coronavirus que tiene actualmente a todo el mundo “con el Jesús en la boca”.
De inmediato invadieron las redes sociales diversos comentarios al respecto, los hubo de todo tipo, desde los buenos deseos hasta los trágicos, pasando por los irónicos y los clásicos memes de humor negro, normal en nosotros los mexicanos.
De lo anterior es digno de destacar dos cosas; una, que como es deber en hombres de gran estatura política, sus más acérrimos adversarios enviaron mensajes de buenos deseos y solidaridad; otra, que la mayoría de comentarios sobre el tema fueron en ese sentido, lo que refleja claramente que la mayor parte del pueblo mexicano sigue apoyando y respaldando a nuestro Presidente Nacional y su Cuarta Transformación. Lo triste y lamentable fue que quienes espetaron comentarios reprobables, llenos de odio, o por lo menos, carentes de empatía y comprensión hacía el Presidente por su contagio, fueron personas seguidoras de aquellos adversarios antes señalados, que pase lo que pase, siguen adelante con su vida, sin darse cuenta siquiera de la existencia de sus seguidores y sus discusiones, quienes se quedan con la pelea que mantienen a cuestas a través de redes sociales, con desconocidos, conocidos, amigos y hasta familiares; triste, ilógico e incomprensible caso.
Esa enfermedad no solo causa estragos en la salud de la población, que de por sí ya es demasiado -basta ver la saturación en hospitales y funerarias-, sino también en otros ámbitos muy importantes que lamentablemente algunas personas y algunas autoridades aún no terminan por entender, vamos, ni siquiera se han preocupado por empezar a hacerlo; -sin pasar por alto el social-, me refiero al ámbito económico sobre el cual, apenas alcanzamos a darnos cuenta de la importancia que tiene y que aún no resentimos verdaderamente, pero ya se acerca; si fuera el caso que lleguemos a resentir esta afectación, posiblemente iniciará también otra, la de la inseguridad pública si llegásemos al extremo de pelear por alimentos y otras necesidades básicas, cuando los ingresos desaparezcan o no sean suficientes y continúe el desabasto en medicamentos y otros insumos; ojalá yo esté equivocado.
Por supuesto que el ámbito político no es ajeno ni inmune a los efectos de esta maldita pandemia -a pesar de las estampitas y otras frases-; debemos tomar con seriedad sus efectos, y también no ser tan intolerantes, carentes de empatía, solidaridad y compasión por el prójimo, sea quien sea; debemos ser conscientes de lo que puede representar para todos nosotros una tragedia de esa naturaleza en el Ejecutivo Federal; ello por los siguientes motivos:
Nuestra Constitución Política Federal, en correlación con la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos establece el procedimiento a seguir, en caso de la ausencia definitiva de un Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, cosa nada recomendable en las actuales circunstancias políticas, sociales, económicas y de salud por las que atravesamos, por donde quiera que se le vea, a nadie conviene un escenario como ese porque:
En caso de falta absoluta del Presidente de la República en los últimos cuatro años, como es el caso, el Congreso de la Unión designará al presidente substituto que deberá concluir el período, bajo el siguiente procedimiento: Reunirse por lo menos las dos terceras partes de cada cámara, es decir, de Diputados y Senadores; erigiéndose inmediatamente como Colegio Electoral, debiendo designar bajo escrutinio secreto y mayoría absoluta de votos, al Presidente substituto que deberá concluir el periodo restante ¿Quién? Quien ellos elijan, no usted… ¿Comprende?
Parece fácil el procedimiento a simple vista, y lo es, sin embargo, dados los diversos intereses, personalidades y equipos existentes al interior del Congreso de la Unión, con todo lo que ello implica, podría complicarse más de la cuenta, lo que sin duda acarrearía problemas al interior del país, en las entidades federativas y municipios, posibles cambios en mandos en corporaciones militares y fuerzas policiacas, titulares de dependencias federales y sus enlaces con las estatales y municipales, afectación en las variables económicas nacionales, paridad peso-dólar, precio de combustibles, gasolina, diésel y gas, tasas inflacionarias y de intereses y la interrupción del actual Plan Nacional de Desarrollo y su respectiva repercusión en los programas sociales actualmente en operación –de los que también gozan sus adversarios políticos y ciudadanos no simpatizantes-, y otras tantas similares.
Afortunadamente la situación de nuestro Presidente no es grave, según la información que se tiene hasta el momento, continua con síntomas leves. De no ser así, podríamos estar en la antesala de un completo caos político, económico, social y de seguridad en todo el país, con otras posibles consecuencias; así que, amigo ciudadano que está leyendo esto, si usted es de la minoría que se alegró y/o hizo mofa de la enfermedad del Presidente de la República, le suplico sea un poco más inteligente y perciba mejor las cosas; si eso no es posible, entonces por lo menos, sea más empático, comprensivo y respetuoso con esa investidura, es parte de lo que le da a usted la oportunidad de gozar de lo que aún tiene; recordemos a Barack Obama cuando dijo: “La empatía es el rasgo de nuestro carácter que puede cambiar al mundo”.
Es cuánto.
M.A. SAÚL MORA PADILLA
TITULAR DEL DESPACHO JURÍDICO CONTABLE
SMP Y ASOCIADOS CONSULTORES S.C.
Contadores Públicos y Abogados
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