“Los chavos tienen razón de estar molestos, enojados por el maltrato al entorno natural de Michoacán… ¿qué tierra les vamos a heredar? ¿suelos erosionados, tierra improductiva, puras barrancas?”, lamenta el empresario tacambarense.
STAFF/ Elly Castillo / Eliza Flores
Don Valentín Rodríguez reconoce que a muchos productores michoacanos del llamado “oro verde” les ha ganado la ambición, de ahí las terribles escenas de tala y desmonte de cerros y bosques de la geografía estatal, para dar paso a los árboles aguacateros.
Sin embargo para el empresario e inversionista, uno de los principales exportadores de aguacate michoacano a los mercados internacionales, ha llegado la hora de devolverle a la tierra su oportunidad de regenerarse, y se tiene que hacer a la brevedad, entre todos, “¿sino qué les vamos a heredar a nuestros hijos?”, cuestiona a manera de reproche.
Entonces don Vale, como de cariño le llaman, procede a presumir con orgullo su proyecto personal de reforestación: Siembra de pinos junto a árboles de aguacate, conviviendo palmo a palmo, creciendo a la par y sin problemas:
“Aquí hay aguacates y pinos desde hace 2 años. Aquí está la prueba de que se puede hacer, para que nazca esa conciencia entre los productores de aguacate, y regenerar nuestros suelos para volver a tener ese medio ambiente que nosotros mismos disfrutamos hace 50 años 60 años”, exclama con vehemencia el también exalcalde de Tacámbaro.
Desde unos terrenos ubicados en la comunidad tacambarense de Churumuco (llamada igual que el municipio) donde su experimento de pinos y aguacates ya luce 2 años de avance, con 8 hectáreas de pino sembradas en una extensión de 25has, don Vale afirma que esta estrategia suya es para rescatar el entorno, no para sacarle más ganancia a la tierra, “no necesito inventar ni presumir historias de lo que se puede hacer. Es hermoso ver estos pinos, debemos entender que no hay que sembrar aguacate donde no se da, donde no es la vocación de la tierra, en cambio, sembrando pinos y encinos ayudamos al entorno, se trata de un tema de consciencia, pero también de cultura y de honestidad”.
Y es que, asevera el también líder exportador, “el aguacate no es un cultivo sencillo de producir, no se da en todos los lugares, no todos los terrenos son óptimos y por eso vemos tanto cambio de suelo en lugares que no son los mejores. Es un asunto de información y de cultura”, sentencia, al tiempo que confiesa su amor por los árboles maderables: “¡yo les hablo a mis pinitos, para que crezcan fuertes! Las plantas nos escuchan, son seres vivos, también se nutren de cariño, de palabras”, refiere, en alusión a su amor por la naturaleza, y los paisajes naturales que ofrece la geografía michoacana.
Entonces Rodríguez Gutiérrez retoma su preocupación por las nuevas generaciones, donde la chaviza no sólo pide, sino exige un cuidado más enérgico del medio ambiente y se muestra preocupada por la naturaleza:
“¡No podemos dejarles un entorno devastado, erosionado! Se trata de un tema de conciencia, de que no nos gane la ambición, luego no nos gusta aceptar que no estamos haciendo lo correcto, no es fácil, pero aquí es cuando hay que preguntarnos ‘¿qué les vas a heredar a tus hijos?’”, manifiesta don Valentín con un tono bronco, y repone enseguida:
“Habrá que trabajar en la educación de todos nosotros, y a los niños y jóvenes más que pedirles perdón por la tierra que les vamos a heredar, hay que tratar de hacer un cambio ¡ya! para no acabar con suelos erosionados y ya sin capacidad de producción”.
Con un tono de resignación, don Vale acepta que los jóvenes “tienen razón en estar enojados” sin embargo, recompone de inmediato: “Con ellos hay que trabajar, estamos a tiempo, podemos regenerar a la naturaleza y dejar de atentar contra la integridad del ambiente. Es momento de hacer un alto y reflexionar: No podemos dejarles problemas como los que tenemos, no podemos heredarles corrupción y aparte, un entorno devastado, eso no es correcto, ni es lo justo”.
