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María del Carmen Galeana, era una enfermera que denunciaba en redes sociales la indiferencia de las autoridades y de la población frente a la pandemia del coronavirus (COVID-19) y tras contagiarse decidió quitarse la vida.
María laboraba en el área COVID-19 del hospital “Raymundo Abarca Alarcón”, que se ubica en Chilpancingo, Guerrero, lugar en el que también trabajadores han denunciado en varias ocasiones la falta del equipo médico para la protección del personal.
En su cuenta de Facebook, María del Carmen publicó mensajes en los que dejó reflejado el desgaste físico y moral que padece el equipo médico del hospital que enfrenta la pandemia.
“Si mañana no despierto – me dijo – quiero que sepan que no me mató el COVID, fui muerto por la indiferencia de gobiernos sucesivos que desproporcionaron negativamente los presupuestos de salud.
“Fui muerto por quienes hicieron a las regiones responsables de la priorización del gasto sanitario, dejándome sin los implementos para protegerse; fui muerto por la corrupción, por aquellos a quienes la ley no reconoce como traidores a la patria; fui muerto por la pobreza que no dejó que la gente siguiera tolerando la infinentena; fui muerto por el individualismo, el yo único, el dios propio, el centro del universo, por aquel que cree que nadie más importa”, citó María del Carmen al médico Miguel Zapata Rojas.
Galeana al igual que otras cuatro compañeras, al ser diagnosticadas con COVID-19 fueron ordenadas a aislarse, pero María del Carmen, decidió quitarse la vida el pasado domingo en su casa en donde se encontraba aislada
Días antes de su muerte, la enfermera lanzó un reproche en contra de la sociedad, que, a la fecha, se mantiene incrédula a la pandemia de COVID-19.
“Mientras los muertos no sean tus muertos, no entenderás la gravedad de lo que estamos viviendo.
“La sociedad sigue incrédula ante la situación por la cual estamos pasando, no, no son héroes sin capa, son personal de salud que día a día velan por tu familiar enfermo, que salieron de casa por que no tenían otra opción, todos trabajamos por necesidad, pero hay prioridades, ellos no podían suspender sus labores y se enfrentaron para cuidar, alentar y estar al pendiente al pie de la letra las recomendaciones para el paciente; en la facultad nos educaron para perseverar la salud de nuestros pacientes, no para dañar o empeorar.
“¿Tienen que vivirlo para creer? Todo es gracias a nuestra sociedad retrógrada que no entiende, que no te pudiste quedar en casa, por que tu empatía y valores no dieron para más”, escribió.