COLUMNEROSOTROS

En Loco Tidiano… ¿Esperando?

El problema con la espera es que en la práctica no es así de sencilla y en muchos casos se vuelve un verdadero suplicio, instrumento de tortura, sin lugar a dudas, de los profesionales.

By: Rosío Morelos.

Espera un poco, un poquito más

Para llevarte mi felicidad

Espera un poco, un poquito más

Me moriría si te vas

https://www.youtube.com/watch?v=7BBBSYa6CSA

 

“Esperar” se define de acuerdo a la Rae como “permanecer en un sitio hasta que [alguien o algo] llegue o hasta que [algo] suceda”.

En teoría la actividad parece de lo más sencilla ya que no implica hacer nada (más allá de permanecer), bastaría (en el caso de filas burocráticas), con cargar cual ñoño un banquito plegable y tener el celular cargado, o bien algún folleto, revista o libro a la mano, para sobrellevar la situación.

El problema con la espera es que en la práctica no es así de sencilla y en muchos casos se vuelve un verdadero suplicio, instrumento de tortura, sin lugar a dudas, de los profesionales.

La espera es nefasta en primer lugar, porque sin importar nuestra prisa, no tenemos el control de la situación, y no queda más que aguardar a que todo se resuelva siguiendo el curso natural de las cosas. Se puede en algunos casos presionar para buscar que nos resuelvan antes de lo previsto (en ocasiones nos damos ya de santos con que las cosas se resuelvan en el plazo estipulado), y aunque en algunos casos nuestros esfuerzos dan frutos, en otros nos sale “el tiro por la culata” y pueden llegar a demorarnos más a propósito por querer pasarnos de listos.

El segundo factor terrible de la espera es que mientras permanecemos pasivos, nos carcome la incertidumbre, ya que la resolución puede tomar varios caminos, y no necesariamente uno que nos convenga.

Así por ejemplo en una fila burocrática, podemos sentirnos optimistas y confiados de que saldremos airosos del trámite en buen tiempo (sobre todo si estando ahí observamos poca gente y sacando el promedio de atención de cada turno, calculamos pocos minutos para que nos toque). Adoptar esta actitud bonachona, no es garantía de que todo va a salir bien, ya que existe la posibilidad de que nos cierren la ventanilla en las narices, porque es la hora del desayuno, o bien que justo el que está delante de nosotros tenga tantos trámites que hacer, que retrasa la fila, incluso una hora.  Por si fuera poco, podemos enfrentarnos a que la documentación que llevamos no es suficiente (a veces aun previniendo, sacando copias demás y llevando documentos adicionales nos pueden salir con que “a Chuchita la bolsearon”). Otro riesgo es que de pronto se les caiga el sistema, o que algún grupo llegue a tomar las instalaciones, rompiendo en ese acto nuestras ilusiones de concluir nuestro trámite, además de manera indefinida.

No solo las esperas en dependencias son molestas, en ocasiones, aun tratándose de gente querida y de confianza, nos la hacen cansada. En especial, tratándose de dinero, la cosa puede complicarse. Puede ser que estemos esperando a que el compadre nos pague, pero puede ser que él mismo no nos pague porque a su vez está esperando que le caiga un dinero, e incluso la cadena puede no parar ahí, si para lo que queremos el dinero, es también para liquidar una deuda nosotros mismos.

La espera hacia una resolución amorosa es, sin lugar a dudas, la más devastadora de todas, ya que se lleva entre las manos nuestro futuro.

No hay nada más terrible que esperar a que la prenda amada se decida a aceptarnos, o bien se decida a continuar y tratar de arreglar las cosas. En algunos casos incluso lo que esperamos es que se anime a dejarnos, para así no cargar con culpas a cuestas.

Dice el dicho “Si quieres conocer a Andrés, vive con él un mes”. Yo digo que si quieres realmente conocer a alguien, mejor ponlo a esperar en una fila, es ahí donde se pone a prueba la paciencia, el control emocional y la integridad de cualquier individuo.

 

Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio.

Contacto: chio.moregu@hotmail.com

Botón volver arriba