En Loco Tidiano… La Llegada Del Frío
By: Rosío Morelos.
“Hace frío y estoy lejos de casa
Hace tiempo que estoy sentado sobre esta piedra
Yo me pregunto
Para qué sirven las guerras…”
Andrés Calamaro.
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, es una frase amenazante pero totalmente cierta, y lo notas cuando, por ejemplo, empiezas a extrañar un bienestar que hasta entonces había pasado inadvertido, y que se vuelve tangible una traicionera mañana, en que despiertas sintiendo helados los huesos y con un entumecimiento que te hace fruncir hasta el c… orazón.
Así, un día estás quejándote de las incesantes lluvias, de las inundaciones, de los profundos y prominentes baches, y otro día tienes que pasar página rápidamente y adaptarte a todo el rigor del frío, que parece cachetear tus mejillas apenas abres la puerta de la calle.
Pero el drama no empieza cuando te enfrentas a la intemperie, viene desde antes, desde que estás en cama hecho bola, (con el altero de cobijas encima y hasta el perro o gato), un poco tembloroso, pero estable, y recorres en tu mente lo que viene después: hay que dejar a un lado las cobijas, deshacerse de la pijama calientita y (en el caso de los obsesivos de la limpieza o de los cochinos que ya no pueden postergarlo más) tomar un baño. Pensar en que el agua va a morder cada recoveco del cuerpo es una tortura anticipada. Y después hay que enfrentar un reto más y salir a la calle. (Para los amantes de las bicis o motocicletas son tiempos oscuros, sobre todo si tienen que salir a la escuela o al trabajo a horas tan indecentes como las 6 o 7 de la mañana).
El cambio del temporal parece duro, pero con su llegada surgen toda una serie de alternativas: son buenas épocas para conseguirse un cobertor humano (o darle «vuelo a la hilacha» con el que ya se tiene); también vale el pretexto de usar ciertas bebidas para “entrar en calor»: mezcal, tequila, vodka, etc. (Cuenta la leyenda que si bien el frío a veces no disminuye mucho tomando bebidas embriagantes, por lo menos se olvida el malestar (en caso de ponerse «hasta las chanclas»).
También es inevitable al sentir el frío, que pensemos en la pronta llegada de diciembre y todo lo que trae consigo: fiestas y más fiestas (el maratón “Guadalupe Reyes»), las fogatas, las vacaciones, los regalos y el pasar tiempo con la familia y/o los amigos (con los dramas, peleas y reconciliaciones que esto puede acarrear).
Probablemente el frío se presente ante nosotros así de abrupto para despertarnos, para avisarnos que es la última oportunidad de aprovechar cada minuto del año agonizante en el que inevitablemente se cerrará un ciclo más, y en el que habrá que hacer el recuento de los caídos.