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Los rebeldes 15…Lo que Sarah dijo.

By: Itzia Ramos

ITZIA

Me gusta pensar que la manera en que la música llega a nosotros es igual que los libros, por lo menos desde la perspectiva de Juan Villoro: «tú no los escoges, ellos te escogen a ti».

Y de esa manera, un miércoles por la tarde después de una noche complicada, llegó Plans de Death Cab for Cutie a mis manos. Escribo este texto este mismo día, esperando el momento adecuado para dejarlo salir al mundo. Lo hago con ese sentimiento especial que sólo se tiene la primera vez que descubres algo, algo con lo que conectas de verdad, algo que hace descansar a tu alma.

Que ¿cómo me encontró? Me invitó en el medio de una entrevista de mi banda favorita, cuando el vocalista tomó el micrófono y respondió cuál era el álbum que había cambiado su vida. Busqué, por pura curiosidad, y «What Sarah Said» fue lo primero que escuché. La progresión me atrapó al instante, la letra fue una llamada a despertar del tejido de preocupaciones y problemas que estaba hilando en mi mente, para escuchar, estar en el momento.

El sentimiento que me trae Death Cab es uno con que el que me he cruzado cada vez más y más. Es esa esperanza pura, de contemplar al pasado y mirar al futuro, para entender que la vida te trae más de lo que le das crédito. Podría compararlo a piezas como «Wilder Mind» de Mumford o Sons, donde la guitarra te lleva de la mano hasta el momento exacto y te deja perderte en el verso «Puedes ser todas esas pequeñas cosas que no quieres que nadie sepa» o «Telescope» de Cage the Elephant, en cada onza de desesperación (y pronta aceptación) de comprender lo frágil que es nuestro tiempo en este lugar.

Pero la canción que me halló esta vez, ella es diferente de alguna manera. Suena cómo si nos hubiéramos conocido de toda la vida, y apenas hoy se atreviera a contarme su historia. Está sentada enfrente de mí, por un momento me convierto en una niña pequeña otra vez, mirando las luces de los faroles hacerse más fuertes y comprendiendo por primera vez que no suben de intensidad, sino que la oscuridad paulatina del atardecer te hace enfocarte en ellas.

«Vino a mí entonces, que todo plan es un pequeño rezo para apadrinarnos de nuestro tiempo (…) en este lugar donde sólo decimos adiós, me pegó como un fuerte viento, que nuestras memorias dependen de unas cámaras defectuosas de nuestras mentes.»

El momento que acabo de describir nunca pasó, y sin embargo se siente tan real… el telón se pone, regreso a la realidad: «el amor es ver a alguien morir, ¿así que quién te verá morir?», y mientras la luz del farol fuera de mi ventana alcanza su máxima potencia, acepto que es una pregunta que sólo podré responder cuando ya no tenga que pensarla.

Podría decir que este tipo de música es mi favorita. No puedes comprenderla hasta que es necesario hacerlo; en mi caso, fue hasta que me quedé sin palabras que pude escuchar.

Tal vez sea por eso que viene una sonrisa a mi rostro mientras redacto. No puedo explicarles exactamente el por qué, pues sólo son imágenes, recuerdos, momentos exactos que se quedaron congelados en mi mente. Podrán buscar estas canciones, pero nunca escucharán lo mismo que yo escucho (aunque sean exactamente la misma pieza)… ¿y acaso no es eso tan bello, que podamos encontrar infinitos significados en algo tan simple, en un mundo que pide sólo blanco y negro?

No puedo desearles nada mejor, que la música necesaria pueda llegar a su vida, y logren conectarse con esa magia de sentirse parte de algo.

Esta es mi introducción a la pequeña serie de textos que les estaré trayendo las siguientes semanas, donde tomo un artista, canción o álbum y comparto a mi mejor capacidad lo que siento. Nos veremos la siguiente semana, entonces.

«Y supe que eras una verdad que hubiera preferido perder a nunca haberme tendido a tu lado.»

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escucha música en sus tiempos libres.

 

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