En Loco Tidiano… ¡Qué nervios!
By: Rosío Morelos
Salió bien la risa en tu voz,
Salió bien la noche de hoy,
Salió bien;
y la mañana vino a ver.
Luis Álvarez.
Estoy segura que toda persona que haya vivido lo suficiente coincidirá conmigo en que hay un rasgo malévolo y sospechoso del tiempo: pareciera que entre más años llevas vivo más susceptible te vuelves de carecer de su benevolencia.
Cuando eres pequeño todo parece más lento, lo que es curioso, porque hay demasiadas novedades emocionantes por venir: ¿Quién no recuerda despertar temblando por los nervios de averiguar qué juguete le trajeron los Santos Reyes? ¿La ansiosa cuenta regresiva para las próximas vacaciones? ¿La espera interminable del propio cumpleaños? ¿El deseo de que ya sea navidad para pasar tiempo con los primos?
Conforme vamos creciendo las novedades disminuyen, aunque algunas se quedan muy marcadas en nuestros registros, por ejemplo: la primera tardeada en donde bailamos con el “crush” (y ese fue nuestro grandioso logro, a pesar de que en realidad el supuesto “baile” no fue sino moverse tímidamente en un círculo que incluía a más personas). También se recuerda con mucho detalle la elaborada mentira y los procedimientos de logística para engañar a los padres y conseguir ese permiso que parecía imposible; la primera cita y el latente miedo al rechazo, (que casi nos obliga a salir corriendo, pero que sin embargo rebasó tanto la expectativa que nos dejó paralizados); el primer episodio alcohólico y sus terribles consecuencias (en las que conocimos las implicaciones de la cruda física y moral); la adrenalina de la primera velada que logramos pasar sin dormir (como si fuera una hazaña legendaria); el pudor y emoción experimentados la primera vez (en donde descubrimos que aunque la desnudez vuelve vulnerable, encontramos al otro en la misma condición).
Ya en la edad adulta el tiempo avanza tan rápido que cuando menos acordamos, ya se cumplió otro mes, y hay que volver a pagar la pila de facturas vencidas. Las situaciones del día a día consumen una buena parte de la vida y no queda mucho espacio para experimentar cosas nuevas, por lo que los eventos que nos causan “nervios” en muchas ocasiones ya no son trascendentales, sino materiales o incluso ficciones a través de las cuales creemos vivir, ( y para comprobarlo basta buscar en internet para percatarse de la cantidad exhorbitante de memes en donde se hace alusión a esperar con ansias: la nueva versión del teléfono que nos gusta, contar los días para una película o serie, aguardar con paciencia eventos como el Mundial o Las Olimpiadas).
La percepción del tiempo que para nosotros representa un día en nuestra infancia, en una edad más avanzada puede convertirse en una semana, un mes y hasta un año, lo que quiere decir que el mismo lapso rinde cada vez menos. Aún así, no hay razón para desanimarse, pues si tenemos la suerte de seguir respirando (a pesar de que hemos dejado de ser “favoritos” del tiempo) todavía nos aguardan cosas nuevas por descubrir. Puede que algunas sean gratas y otras bastante ingratas, pero de cualquier manera vale la pena arriesgarse para poder contemplar: El nacimiento de nuestros hijos, nuestro matrimonio y/o divorcio, el crecimiento o decrecimiento laboral, la aparición progresiva de fallas en nuestro organismo, la dicha de conocer a nuestros nietos, etc.
Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio, afecta a no dar explicaciones.
Contacto: chio.moregu@hotmail.com