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Edi, la Editorial… Ese debate no lo tienen ni en Netflix

Para el mexicano promedio fue un día lleno de emoción desde donde se vea: ganó el Santos, se reeligió Maduro, granizó y la alerta sísmica nos hizo recordar la fragilidad de la vida y con todo eso hay quien todavía se sentó frente a la pantalla para refrendar su odio a Luisito Rey de la serie de LuisMi, incluso algunos lo odian más que a nuestros políticos… bueno, tal vez abusé y eso sí es mucho decir.

En fin, los memes fueron los grandes ausentes en este segundo debate que prometía porque el formato era distinto; con más tiempo porque Margarita Zavala se les rajó días antes y con un público que se me antoja muy tibio, diría más bien un desperdicio de participación ciudadana, que más bien debió apostarle a los lectores en twitter o redes sociales…Pues de pena ajena, doña Teresa, protagonista de Coco y del kiss cam con AMLO según las redes sociales, tuvo que presenciar con nosotros un conato de riña entre un par de hombres que aspiran a dirigir esta nación; al menos esa fue mi lectura de la actitud primitiva del Ricardo Anaya buscando acorralar físicamente al candidato de la Coalición Juntos Haremos Historia; el candidato del Frente, en un ardid de pandillero o inspirado en su video de boxeador invadió el espacio vital de un contenido Andrés Manuel, que tuvo que cruzar los brazos para no pegarle.

Pero ahí no paró la bronca, con una mirada de francotirador, Andrés Manuel se sacó literalmente de la bolsa la broma de la cartera, con lo que logró el efecto de matizar la ira que evidentemente el bautizado Ricky Rikin Canayín, le provocaba; porque la debilidad comprobada de López Obrador es su carácter explosivo. Andrés respondió más que en el debate anterior, trepado en su soberbia de llevar 25 puntos arriba del candidato del Frente y quien dicho sea de paso, a pesar de ser señalado como el más viejo de los candidatos presentes, fue el único que no se sentó durante las dos horas de transmisión.

Una de las armas más poderosas de la Coalición de Por México al Frente y en general de la oposición del de Macuspana ha sido el miedo, así que Anaya, a mi parecer en una burda imitación de Trump en el debate con Hillary, lo hostiga tratando de intimidar o por lo menos sacarlo de sus casillas, hecho que aparentemente no funcionó; como tampoco logró desquiciarlo con su argumento de que AMLO había vendido Banamex, ya que un jefe de gobierno no podría, aunque quisiera, expropiar o vender un banco porque no está entre sus facultades; una portada editada de la revista Proceso y su puntada de sacar el costal de la chistera fue lo memorable de la intervención del más joven de los presidenciables; al margen de su molestia por la insistencia del Bronco de que su familia vive en Atlanta.

José Antonio Meade, primero tratando de conectar con el espectador felicitando al Santos por su triunfo cometió un error grave al meterse con Nestora Salgado, quien por cierto le respondió por twitter que existían mecanismos legales para denunciar que la difamara a nivel nacional, porque aunque ciertamente estuvo presa por casi tres años, logró su libertad en calidad de exonerada y éste la llamó secuestradora. Y para rematar, frente a la pregunta de León Krauze de si se había equivocado Enrique Peña Nieto al invitar a Donald Trump a México, luego de la serie de insultos e improperios que el candidato Republicano hizo a los mexicanos, con un: “No, no se equivocó”, respondió a Krauze y terminó por refundar la idea de que Meade sólo responde a los intereses del que todavía es su jefe y atiende desde los Pinos.

Nadie peló al Bronco, excepto los moderadores, pero no le alcanzó su simpatía para que lográramos olvidar que no supo decir cómo se resolvería el problema de la trata de personas. Desesperó a Yuriria Sierra, una reportera que lucía agresiva e indignada y cuyas intervenciones no abonaron a que fluyera la dinámica del debate, quien por cierto, no dejó pasar ninguna oportunidad de recordar que no había mujeres en la contienda.

Bronco buscó a toda costa hacerse notar y a falta de posibilidades reales de ganar la elección invirtió su tiempo en sugerir un abrazo entre López Obrador, Anaya y Meade; luego de eso, a nadie nos quedó la menor duda de que Bronco tiene el carisma necesario hasta para postularse, con todo y su disparate de cortar las manos, para premio Nobel de la paz.

Con este debate, no me queda duda de que la novela política que vivimos es más dramática aún que la serie de moda, ojalá el Bronco lograra que se reconcilien Luis Miguel y su papá, Luisito Rey

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