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Yo Sobreviví Pero Mi Mamá No: A 9 Años De Los ‘Granadazos’ De Morelia

STAFF/ O.Melissa García – @OmaidaMelissa

“Recuerdo mucho el olor a pólvora, el grito de la gente de desesperación, yo en el momento de la explosión sentí como un impacto me aventó como un metro hacia atrás”, esa es parte de la historia de Luis Díaz Tapia, hoy tiene 23 años, aun era un niño cuando estalló la primer granada de fragmentación en la ciudad de Morelia, hace 9 años.

En 2008, Luis acudió por primera vez a una fiesta patria, a un grito de independencia, sin embargo, fue la primera y la última, esa noche su vida cambió radicalmente, con 14 años de edad, se vio rodeado de muerte.

“Yo tenía 14 años y como que empecé a entrar en shock, -luego de la explosión- por lo mismo de ver a la gente gritando, yo veía mis manos todas sangradas, veía, incluso de recuerdos que tengo, yo si vi gente despedazada, zapatos, ropa, hasta lo de un brazo, no se de quien sería y si, le digo, recuerdo mucho también que en ese momento había policías y se quedaban atónitos al ver la situación, nadie se quería acercar, toda la gente corría”, confiesa aun impactado.

Rememora estar tirado en el piso de la Plaza Melchor Ocampo, le dolían mucho las piernas, las manos, el impacto provocó lesiones que lleva como cicatrices abiertas, como si aun oliera a pólvora, pues al ir recobrando el conocimiento, descubrió a sus dos hermanos recostados a su lado, tirados igual que él, pero con vida.

Su padre estaba justo al lado de su madre, una maestra de 48 años de edad, Leticia la llama. A ella no le vio por completo porque los sentidos se le nublaron, porque a pesar de la cercanía, la distancia era mortal.

“Nada más recuerdo que estaba acostada al lado y mi papá decía que nos tranquilizáramos, que todo iba a a salir bien, hasta después de tiempo fue que empezaron a llegar las ambulancias… fue el último momento en que vi a mi mamá”.

Luis relata que luego del primer día de hospital, una de sus primas pasó a visitarlo, ella fue quien le narró lo que había sucedido, sin embargo fue hasta el tercer día que finalmente le dijeron que Leticia había muerto. Su madre murió de manera instantánea tras el estallido, ella fue quien recibió el mayor impacto, ella fue quien con su vida perpetuó la suya.

“Fue hasta después de otro día, porque yo estuve en el hospital tres días, ya al tercer día me comentaron que mi mamá había fallecido”, suspira.

Su rostro cambia, lo cubre con la mano izquierda, se agacha por instantes al tiempo que sus ojos enrojecen, el recuerdo sigue tan vivo como hace 9 años, tanto a Luis como a mí, el nudo de la garganta nos hace estragos, las historia golpea con ahínco los recuerdos, los hace vivos, tanto que hace un espacio para respirar, para no romperse en pedazos, para seguir latiendo en la ruta de la vida.

“No tuve la oportunidad de ver a mí mamá desde esa vez, incluso el día que fue su misa de cuerpo presente, no me dejaron ni siquiera ver su rostro, me recomendaron que me llevara la idea de como era, fue lo único que recuerdo de mi mamá, y pues ya ahora si que al paso de 9 años, mi vida ha sido otra, perdí a mi mamá a una edad muy chica…”


Incluso, dijo Luis, “hubo un tiempo en que vivi con rencor, con odio hacia el país, en primera por la situación y en segunda por la manera en como actuaron nuestras autoridades, porque ya uno no se siente seguro, si después de esto el mismo gobierno no quiso apoyarnos… quién puede vivir seguro, si las personas responsables, las que están para apoyar a la ciudadanía, no cumplen”.

Si supieran como fue, podrían comprender, afirma, mientras la mirada se pierde entre las manos, mientras resignado dice que su cuerpo tiene un árbol de navidad por dentro, pues aun le quedan muchas esquirlas que se mueven con el paso de los días, que le causan dolor, que le traen a la memoria, punzada tras punzada, el lascerante 15 de septiembre.

“Aún recuerdo mucho el olor a pólvora, el grito de la gente…”

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